El día de ayer, viernes 17 de febrero, se presentó la clarinetista alemana Sabine Meyer en el gran auditorio del Palacio de las Artes en Bruselas. La acompañó esa noche la Orquesta Nacional de Bélgica dirigida por Mikko Franck. La obra que ofreció fue el concierto de Mozart, interpretada en un clarinete de basseto. Tuve el gran gusto de asistir y disfrutar de este concierto.
Su presentación fue atendida por una concurrida audiencia, y me llamó la atención ver mucha gente joven (entre 12 y 15 años. A mi costado se encontraba un entusiasta clarinetista de 14 años que no tuvo reparos en gritar y aplaudir a Sabine hasta más no poder!).
Sabine salió al escenario como siempre: una presencia escenica muy fuerte, y una naturalidad enorme al interpretar. Su inconfundible sonido brilló en una hermosa versión del concierto para clarinete.
Tuve también la oportunidad de atender el ensayo, y fue muy instructivo ver a Sabine co-dirigir la orquesta, por emergencia...
Durante el transcurso del ensayo, la orquesta tendía a retrazar partes de la obra, y Sabine giraba, en determinados momentos, hacia la sección de la orquesta que era "voz principal" para dirigirlos y hacerles señales mientras tocaba. Se detuvo un par de veces para explicar que, a menos que ya lo hayan decidio de antemano, la orquesta debe mantener un tempo estable, y sobre esto, ella coqueteaba con minúsculos rubatos, que le daban más sentido a la obra. A veces, durante grandes frases, ella giraba para tocar junto a las violas, o los cellos, o los primeros violines, y cada vez que lo hacía, pude ver y escuchar de manera más clara la estructura interna de esta composición.
Entre movimientos - e incluso en pequeñas pausas del primer y tercer movimiento en donde la orquesta tocaba sola - Sabine aprovechaba para cambiar de cañas. Lo hacía con cierta prisa, y en uno de esos cambios seleecionó una mala caña: el clarinete sonaba ahora con sonidos extras, ante su disgusto. Pueden apreciar a Sabine durante el ensayo en el siguiente video de un minuto. Noten su gesto al final:
Hubo un detalle que me llamó la atención, y es que por primera vez escuchaba en vivo un final diferente del segundo movimiento, el cual sonó muy coherente: Sabine aprovecha el registro grave de su instrumento para terminar el Adagio en el Fa grave. Esto fue lo que ejecutó:
Un noche muy inspiradora, y gracias a Sabine por ofrecer una interpretación tan hermosa y fomentarme aún más ese placer que es el asisitir a un concierto.