Toqué por primera vez la Sinfonía de Bizet hace más de treinta años. En el primer ensayo todo iba bien hasta que llegamos al Trio del Scherzo, un episodio "pastoril" cuyos protagonistas principales son el oboe y el clarinete. Viéndolo en el papel, ese pasaje no llama la atención y parece fácil, pero al tocarlo no lo es en absoluto y estuve al borde del desastre durante su lectura. Desde entonces, cada vez que en mi orquesta se programa esta obra, me tomo unos minutos antes del primer ensayo para repasar el pasaje en cuestión. Fue durante esos repasos que advertí el potencial que tiene como ejercicio. Lo presento aquí esperando que les sea útil.