- ¿Siente nostalgia?
- No -responde sin dudar y añade -, todas las cosas terminan y hay que estar preparado para ese momento.
Y así es. Sereno como siempre, Luis Humberto Ramos se ve tranquilo en la fiesta posterior al último concierto de la edición con la que culmina el Coloquio Musical de Zacatecas, el proyecto de música de cámara al que dedicó más de quince años.
En su cara no se vislumbra ningún sentimiento incómodo, acaso cansancio después de diez conciertos y sí contento por el resultado, sobre todo, del recital que terminó hace unas horas: el del 18 de julio, que incluyó "una de las páginas más reveladoras y significativas en la historia de la Música de Cámara [así, en mayúscula], esa extraordinaria y casi mítica disciplina en la que Ramos ha convertido en su principal vocación: el Octeto op. 166 de Franz Schubert." (En el programa de mano).
La obra y el resultado del concierto, ameritan la doble sensación. El Octeto dura más de una hora, es de una dificultad intelectual, emocional y técnica por encima de cualquiera de las que este verano aquí se tocaron. Para mí, en el público, fue uno de esos conciertos que pocas veces se escuchan y que nos hacen recordar porqué nos hemos dedicado a la música.
Los detalles técnicos quedan atrás. Qué comunión entre los ocho, cuánta comunicación musical entre el primer violín de Silvia Santa-María y el clarinete de Ramos, o la del violonchelo de Inna Nassidze con el fagot de David Ball; cómo no admirar los unísonos del corno de Silvestre Hernández con el clarinete, el correcto contrabajo de Óscar Argumedo, o la nunca menos importante presencia de un segundo violín y una viola como los de Viktoria Horti y Sergio Carrillo.
Con un concierto así, Ramos ha decidido terminar este ciclo que ya hace 7 años había interrumpido. El apoyo en Zacatecas era nulo, las ediciones 2003 y 2004 no se llevaron a cabo y de 2005 a 2009 este festival de quince días se pudo realizar con un apoyo del programa México en Escena y la complicidad de la Universidad Autónoma de Zacatecas.
En la primera página del programa de mano, quien esto escribe comienza A manera de epílogo :
"Zacatecas, verano de 1993: La UNESCO otorga a esta ciudad, a tres años de cumplir su 450 aniversario, el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Ese mismo verano, Luis Humberto Ramos (Fresnillo, 1950), que comenzaba a visitar la Universidad Autónoma de Zacatecas como profesor, presentó la primera edición del que se pronto convertiría en el acontecimiento musical de mayor relevancia para el público zacatecano.
"Aquellos últimos días de julio, se presentaron siete conciertos que comenzaban la aventura. Lo que siguió no tiene precedentes: 13 ediciones más en las que algunos de los máximos exponentes del arte sonoro nacional e internacional visitaron el estado. Mencionar únicamente al cuarteto Latinoamericano y al trío de Budapest, o al violinista Kamierz Olechowski, el flautista Tadeo Coehlo y la clarinetista Tara Bouman entre los solistas que figuraron al lado de Ramos, compartir el dato de las obras estrenadas, los conciertos realizados o los premios que en sus concursos se repartieron, serviría únicamente para la numeralia; los logros no se quedan ahí.
"En un país y un estado en el que la música de concierto -y dentro de ella, la música de cámara- no ha sido precisamente el leit motiv de su política cultural, haber mantenido por 17 años un festival de verano que conjuntara lo que aquí se unió, no solo refrenda los calificativos que su Director Artístico ha merecido, sino también la madurez de su público."
El mismo texto, termina:
"...con temor a recurrir en el lugar común, quince años se dirá fácil; mantenerlos y presentarlos siempre bajo la premisa de " la más alta calidad técnica, madurez musical y temperamento" , estoy seguro no lo fueron.
"Algo habremos de inventar, por ahora hasta aquí.' Los zacatecanos que aquí presenciamos noches memorables, los amigos que compartieron y sobre todo, el público de Luis Humberto Ramos que cada verano le ofreció a él y a su ensamble los aplausos más entrañables, así lo esperamos."
En su cara no se vislumbra ningún sentimiento incómodo, acaso cansancio después de diez conciertos y sí contento por el resultado, sobre todo, del recital que terminó hace unas horas: el del 18 de julio, que incluyó "una de las páginas más reveladoras y significativas en la historia de la Música de Cámara [así, en mayúscula], esa extraordinaria y casi mítica disciplina en la que Ramos ha convertido en su principal vocación: el Octeto op. 166 de Franz Schubert." (En el programa de mano).
La obra y el resultado del concierto, ameritan la doble sensación. El Octeto dura más de una hora, es de una dificultad intelectual, emocional y técnica por encima de cualquiera de las que este verano aquí se tocaron. Para mí, en el público, fue uno de esos conciertos que pocas veces se escuchan y que nos hacen recordar porqué nos hemos dedicado a la música.
Los detalles técnicos quedan atrás. Qué comunión entre los ocho, cuánta comunicación musical entre el primer violín de Silvia Santa-María y el clarinete de Ramos, o la del violonchelo de Inna Nassidze con el fagot de David Ball; cómo no admirar los unísonos del corno de Silvestre Hernández con el clarinete, el correcto contrabajo de Óscar Argumedo, o la nunca menos importante presencia de un segundo violín y una viola como los de Viktoria Horti y Sergio Carrillo.
Con un concierto así, Ramos ha decidido terminar este ciclo que ya hace 7 años había interrumpido. El apoyo en Zacatecas era nulo, las ediciones 2003 y 2004 no se llevaron a cabo y de 2005 a 2009 este festival de quince días se pudo realizar con un apoyo del programa México en Escena y la complicidad de la Universidad Autónoma de Zacatecas.
En la primera página del programa de mano, quien esto escribe comienza A manera de epílogo :
"Zacatecas, verano de 1993: La UNESCO otorga a esta ciudad, a tres años de cumplir su 450 aniversario, el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad. Ese mismo verano, Luis Humberto Ramos (Fresnillo, 1950), que comenzaba a visitar la Universidad Autónoma de Zacatecas como profesor, presentó la primera edición del que se pronto convertiría en el acontecimiento musical de mayor relevancia para el público zacatecano.
"Aquellos últimos días de julio, se presentaron siete conciertos que comenzaban la aventura. Lo que siguió no tiene precedentes: 13 ediciones más en las que algunos de los máximos exponentes del arte sonoro nacional e internacional visitaron el estado. Mencionar únicamente al cuarteto Latinoamericano y al trío de Budapest, o al violinista Kamierz Olechowski, el flautista Tadeo Coehlo y la clarinetista Tara Bouman entre los solistas que figuraron al lado de Ramos, compartir el dato de las obras estrenadas, los conciertos realizados o los premios que en sus concursos se repartieron, serviría únicamente para la numeralia; los logros no se quedan ahí.
"En un país y un estado en el que la música de concierto -y dentro de ella, la música de cámara- no ha sido precisamente el leit motiv de su política cultural, haber mantenido por 17 años un festival de verano que conjuntara lo que aquí se unió, no solo refrenda los calificativos que su Director Artístico ha merecido, sino también la madurez de su público."
El mismo texto, termina:
"...con temor a recurrir en el lugar común, quince años se dirá fácil; mantenerlos y presentarlos siempre bajo la premisa de " la más alta calidad técnica, madurez musical y temperamento" , estoy seguro no lo fueron.
"Algo habremos de inventar, por ahora hasta aquí.' Los zacatecanos que aquí presenciamos noches memorables, los amigos que compartieron y sobre todo, el público de Luis Humberto Ramos que cada verano le ofreció a él y a su ensamble los aplausos más entrañables, así lo esperamos."