Esta publicación de Clariperu es, en realidad, bastante inusual. No habla sobre un clarinetista, no es un artículo sobre algún concierto o anuncia algún evento. Es mas bien, un texto de reflexión basado en una escena que observé el día de hoy.
Por la mañana, me invitaron a tomar un buen café en un bonito local del distrito de Surco, en Lima. Mientras esperaba mi pedido aromático, vi una joven pareja sentada cerca a mi mesa. Noté que no habían discutido ni que estaban molestos por algún tema de pareja. Lo que me llamó la atención fue que ambos, sentados uno al frente del otro, contemplaban sus sofisticados teléfonos móviles y no se miraban. Pasaban los minutos y no hablaban. Llegaron dos jugos...ni los miraron. Ella estaba sumergida en su teléfono y él, en un planeta lejano, hacía lo mismo. Seguían pasando los minutos. Ni una palabra. Llegaron dos panes sabrosos con pollo y muchos vegetales. Ni los tocaron. Luego de unos quince minutos, ninguno decía nada y sólo ella mordió un poco de su pan. Ambos, aunque a simple vista estaban juntos, estaban totalmente desconectados.
Se dice hoy en día que la tecnología nos une, nos ayuda a comunicarnos más. No fue lo que vi hoy. Lo que observe fue un desorden y adicción a la tecnología que nos miente y nos hace creer que estamos conectados y que tenemos muchos amigos. Fue muy triste ver como una pareja pierde la oportunidad real de conversar, de conocerse mejor, de intercambiar ideas interesantes, de tener un poco de intimidad y de disfrutar un precioso tiempo juntos. Me pregunto, ¿somos los clarinetistas también así de desordenados en nuestras vidas diarias? ¿Cuánto tiempo paso en el computador y cuanto es el tiempo que le dedico a mis amigos, a mi novio, a mi familia? Con tiempo, quiero decir por sobre todo calidad - total atención y devoción a la persona que tenemos al frente y que le demostramos con palabras y acciones que nos importa.
La Navidad es un periodo en donde la gran mayoría de nosotros deseamos lo mejor al prójimo y hacemos un esfuerzo extra en ser mejores. Como músicos, también apuntamos a ser mejores instrumentistas, a controlar al máximo nuestro instrumento y a estudiar obra tras obra para incrementar nuestra madurez interpretativa. Pero, ¿qué hacemos para mejorar como personas? ¿Así como crecemos como clarinetistas, nos preocupamos también por ser mejores amigos, ciudadanos?
Se dicen muchas cosas hermosas de la música - que es un lenguaje universal, que sin ella la vida es un error, que es el idioma del alma. Quizás la diferencia entre dos músicos no es tan sólo cuanto han practicado, sino cuanto están conectados con su sensibilidad como seres humanos y cuanto tienen que compartir como personas preocupadas y enriquecidas por su entorno.
Espero que podamos reflexionar sobre el tiempo que tenemos en nuestras manos. La tecnología nos ayuda en nuestras vidas, pero considero que no se debe convertir en un modo de vida - pronto nos sentiremos vacíos como personas, y así, a lo mejor cuando toquemos, el público se dará cuenta que por dentro, sólo estamos pensando en el chat, Facebook o en una nueva aplicación para mi IPad. Deseo que todos nosotros crezcamos primero como personas y luego como músicos.