¿Cuál es la historia del clarinete bajo? ¿Quiénes fueron los intérpretes y compositores pioneros en aventurarse a mostrar el potencial sonoro y expresivo de este instrumento? Las respuestas a estas preguntas las encontrarás en este interesante artículo escrito por Daniel Belloví, máster en clarinete bajo por el Koninklijk Vlaams Conservatorium de Amberes (Bélgica) y clarinete bajo y clarinete contrabajo de la Banda Sinfónica Municipal de Valencia.
El presente artículo fue publicado originalmente en la Revista Música i Poble n ° 173, publicada por la Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana. Clariperu reproduce el artículo con autorización del autor.
EL CLARINETE BAJO, ESE GRAN DESCONOCIDO
“No es un saxofón negro, es un clarinete bajo”
Cuántas veces nos hemos tenido que oír los intérpretes de clarinete bajo, incluso dentro del ámbito musical, qué saxofón más raro o ¿tocas un saxofón negro? El clarinete bajo no es un saxofón negro conforme ha pensado o todavía piensa mucha gente, tampoco es ese instrumento grande de madera y metal que suele ser pesado de articulaciones y de tesitura limitada. Habitualmente en nuestras sociedades musicales los directores sienten que cuando alguien tiene que tocar el clarinete bajo, tiene que ser un músico “normalito”, que ya no estudie, o una persona mayor sin muchas ambiciones, sin pensar que el clarinete bajo en muchas ocasiones es y será un instrumento solista. Los compositores españoles hasta hace bien poco veían al clarinete bajo como un clarinete grande pero más lento y pesado no apto para grandes virtuosismos ni para pasajes difíciles, aprovechable en su tesitura más grave, dejando de utilizarlo en el registro medio, agudo y sobreagudo porque existe la creencia generalizada de que su sonido es pobre en esos registros y de difícil emisión.
El clarinete bajo es un instrumento de la familia de viento madera, inventado a mediados del siglo XVIII, concretamente entre 1730 y 1750 como complemento a la familia de los clarinetes. Su extensión sonora es de casi cinco octavas aunque su registro sonoro óptimo se encuentra en torno a las tres y media. La extensión habitual es: del mi bemol 2 al sol 5, aunque la práctica totalidad de los clarinetes bajos que se fabrican hoy en día son instrumentos que llegan al do 2, siendo su sonido dulce y rico, más grave y potente que el del clarinete soprano en si bemol, poseyendo una amplia gama dinámica, desde el mínimo pianissimo al máximo fortissimo.
La música para el clarinete bajo se escribe normalmente en clave de sol y suena una novena inferior a lo escrito, esta es conocida como “notación francesa”, otros compositores han usado la “notación alemana”, en clave de fa con la música escrita un tono más alto que sus sonidos reales. El clarinete bajo posee una longitud de 1,4 m, el doble de la de un clarinete normal, por lo que resultaría imposible de manejar si el tubo no se curvara, presentando un cuerpo de madera, habitualmente ébano o granadilla, y una campana y un tudel metálicos. No se sabe a ciencia cierta quién fue el primero en construirlo, pero en Alemania se encontró el más antiguo que se conoce, con una única llave, en Bélgica encontramos otro que ya posee una forma parecida al clarinete bajo actual pero con tres llaves y otro instrumento más en Suiza con alguna llave más, haciéndonos pensar que ya es de finales del siglo XVIII.
Entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, el clarinete bajo adoptó la forma de un fagot, con la campana del instrumento hacia arriba y una afinación más que aceptable en sus más de tres octavas. Desfontelles vuelve a darle forma de saxofón a principios del siglo XIX y Papalini, crea un clarinete bajo en forma de serpiente con el objetivo de reducir la longitud del tubo, aunque la gran mayoría de los fabricantes de esta época le siguen dando la forma de fagot. Hacia mediados del siglo XIX fue Louis Auguste Buffet quien desarrolló un clarinete bajo con la campana hacia abajo, en colaboración con el clarinetista Isaac Dacosta, siendo Adolphe Sax, afamado constructor de instrumentos belga, el que le introdujo varias mejoras técnicas al clarinete bajo, fabricándose a finales del siglo XIX clarinetes bajos en más de diez países diferentes.
A principios del siglo XX el clarinete bajo ya poseía diecisiete llaves, comenzándose a fabricar los primeros modelos que descendían hasta el do grave, añadiéndosele llaves para facilitar su ejecución hasta las actuales treinta más o menos, dependiendo del fabricante y del modelo de clarinete bajo, y si desciende hasta el do grave o si sólo llega hasta el mi bemol. En el siglo XIX se fabricó un clarinete bajo en la, muy parecido al afinado en si bemol, cayendo en desuso y siendo reemplazado por este último, empleándolo Richard Wagner como solista en su ópera Lohengrin. Originariamente su utilización se limitaba a las bandas militares y a las formaciones de viento, agrupaciones en las que solía doblar las voces de otros vientos o los sustituía cuando no se disponía de instrumentos de tesitura baja.
Desde que en 1834 el compositor Saverio Mercadante introdujera el Glicibarifono, antecesor del clarinete bajo en la Orquesta Sinfónica con el estreno de su ópera Emma di Antiochia, han sido muchos los compositores a lo largo de la historia de la música que han incluido al clarinete bajo en la orquesta sinfónica con un papel relevante, destacando a Giacomo Meyerbeer, Richard Wagner, Franz Liszt, Giacomo Puccini, Richard Strauss, Maurice Ravel, Dimitri Shostakovich, Sergei Prokofiev o Igor Stravinsky. A mediados del siglo XX, cambió su utilización como instrumento “secundario” y se afirmó como instrumento solista. La emergencia de nuevas tendencias y estilos musicales, así como la afirmación de unas características técnicas y constructivas estables, provocaron que numerosos compositores como Karlheinz Stockhausen, Bruno Maderna, Franco Donatoni, Iannis Xenaxis, o Isang Yun experimentaran nuevos recursos sonoros y contribuyeran a hacer de su sonoridad grave y rica un elemento clave de la música contemporánea. El virtuosismo de destacados intérpretes y especialistas han hecho el resto. El primer recital íntegro con el clarinete bajo como instrumento solista fue interpretado el 24 de marzo de 1955 por el que es considerado como el padre de todos los grandes clarinetistas bajos de la actualidad, Josef Horak.
Josef Horak, (República Checa, 1931-2005) tuvo que coger el clarinete bajo por casualidad en una grabación de la Orquesta Sinfónica en la que trabajaba, enamorándose en ese preciso instante de ese bello e ignorado instrumento. Empezó a especializarse, investigando las posibilidades del registro agudo, llegando a conseguir un rango de casi cinco octavas en el clarinete bajo. Uno de los problemas que tuvo que afrontar al comienzo fue la falta de repertorio original: solo contaba con la Sonata de Othmar Schoeck, escrita en 1927-28, por lo que tuvo que hacer transcripciones y arreglos de obras escritas para cello o clarinete. A lo largo de su carrera más de 500 obras han sido escritas exclusivamente para este intrépido músico checo, quien dio a conocer el clarinete bajo al mundo.
En el año 1959, Horák acababa de tocar para la radio alemana el sexteto de viento Mládí de Leos Janacek, y mientras se relajaba con sus compañeros, mostrándoles algunas de las notas agudas que podía obtener con el clarinete bajo, le interrumpió un hombre bastante maduro preguntándole: ¿Puede tocar más agudo y más fuerte? ¿Puede tocar pianissimo? ¿Qué obras interpreta en el clarinete bajo? Definitivamente Horák había llamado la atención de este individuo. “Solo toco transcripciones porque no existen obras originales” le respondió Josef, para escuchar inmediatamente un consejo del visitante: “¡Toque la Sonata para fagot y piano de Hindemith!”. -¿Existe alguna transcripción? Preguntó inocentemente Josef, “Oh, Hindemith se sentirá contento si usted la toca. ¡Yo soy Paul Hindemith!”.
A pesar de fundar diversos grupos de cámara interpretando obras nuevas y ganando varios premios, Josef Horak será recordado por el Duo Bohemi di Praga, formado con la pianista Emma Kovárnová y con el que consiguió los mayores éxitos, dando conciertos y clases magistrales por todo el mundo, dedicándole un gran número de compositores al Duo Bohemi di Praga, innumerables obras nuevas que forman hoy por hoy parte del repertorio obligatorio del clarinete bajo.
Todos conocemos la importancia que tiene el clarinete bajo dentro de las formaciones más conocidas como son la orquesta sinfónica y la banda de música, teniendo también un papel importante en la música de cámara, no solo como base del cuarteto de clarinetes, sino como miembro en igualdad de condiciones e importancia con el resto de componentes en diversas formaciones como ocurre en el Sexteto de Jean Françaix o en el Sexteto Mladi de Leos Janacek, ambos originales para clarinete bajo y quinteto de viento o el Septeto de Paul Hindemith original para quinteto de viento, trompeta y clarinete bajo, o los quintetos para clarinete bajo y cuarteto de cuerdas Fantasy Quintet de York Bowen, Zebus de Johan Favoreel o Da Uno a Cinque de Frits Celis entre otras obras de cámara de las combinaciones más curiosas y el interminable y desconocido repertorio original para clarinete bajo y piano.
Son innumerables los compositores que le han dedicado sus obras al clarinete bajo en todo el mundo, Theo Leovendie, Dietrich Erdmann, Todd Goodman escriben conciertos para clarinete bajo y orquesta, y Jonathan Russell le compone un concierto para dos clarinetes bajos y orquesta. También como instrumento solista acompañado por Banda de Música destacamos a compositores de la talla de Kees Vlak con su Concerto for bass Clarinet and Harmony Band, Jan Hadermann Spotlights on the Bass Clarinet, Jan van der Roost Tre Sentimenti, o los españoles Nino Díaz Octubre, Francisco Bort Carambola o José Alamá Con Cierto Sentido.
Entre todas las obras compuestas a finales del siglo XX en las que participa el clarinete bajo, destacan especialmente aquellas en las que el instrumento se combina con la percusión. Entre todos los elementos de esta familia, parece que es la marimba la que mejor liga con el clarinete bajo. Así parece demostrarse en obras como la Sonata for Bass Clarinet and Percussion de Patrick Drazen (1979), Duo, op. 220 form Marimba and Bass Clarinet de Tauno Marttinen (1983), From Far and Near para marimba y clarinete bajo de Wilfried Westerlinck (1990) o Diàlegs Subtils para clarinete bajo y percusión de Salvador Brotons (1990), entre muchas otras.
Hoy en día poco a poco el clarinete bajo se está abriendo un hueco como instrumento solista gracias a que algunos compositores y asociaciones de compositores están empezando a conocer las posibilidades que ofrece este bello instrumento que tanto tiempo ha sido “ese gran desconocido”. Entre todos ellos hay que destacar la apuesta que este año ha realizado COSICOVA, Asociación de Compositores Valencianos, dedicándole al clarinete bajo a través de sus compositores asociados varios estrenos en un recital para clarinete bajo y piano a realizar en noviembre del presente año en el Palau de la Música de Valencia y que tendré el honor de poder interpretar como solista de clarinete bajo.
Animo a todos aquellos músicos, directores, compositores, clarinetistas o no, a que consideren al clarinete bajo como el instrumento que es con su personalidad y sus características propias, tan cercanas y a la vez alejadas de lo que es un clarinete convencional, y a todos aquellos que quieran conocerlo a fondo, con todas sus posibilidades y particularidades, les recomiendo que consulten a algún especialista en el clarinete bajo y si no tienen cerca o no conocen personalmente a ninguno, consulten el libro “El clarinete bajo” del gran clarinetista bajo Harry Sparnaay, al que agradezco su colaboración para realizar este artículo, al igual que le doy también las gracias al que ha sido y es mi gran maestro de clarinete bajo y amigo personal desde hace ya veinte años, el maestro Jan Guns, al que le tengo que agradecer todo lo que sé sobre el clarinete bajo, la manera de tocar, la concepción del instrumento, el repertorio y sobre todo el cariño hacia este cautivador instrumento que es el clarinete bajo.
Para finalizar, comentar que en España, al igual que en la mayoría de países de Europa y casi en la práctica totalidad del mundo el clarinete bajo se puede estudiar oficialmente en los Conservatorios Superiores o Universidades como instrumento secundario dentro de la especialidad de clarinete, pudiendo realizar estudios específicos con su titulación de Máster correspondiente en clarinete bajo sólo en países como Bélgica y Holanda. Una lástima ya que creo al igual que muchos compañeros profesionales, que el clarinete bajo se merece realmente una especialización de sus estudios independiente.