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El martes 20 fue histórico. Pero no voy a hablarle de lo bonito que es que un negro haya llegado a la presidencia de los Estados Unidos, ni de la petición a Obama de crear una Secretaría de Estado para las Artes. De lo que quiero hablarle es de la Air and Simple Gifts que para la ocasión, y en el estilo de Copland –compositor favorito del nuevo presidente-, escribiera John Williams, mejor conocido por su participación como compositor en películas como E.T., Back to the Future o Jurassic Park.
Para ponerle en contexto, hay que decir que se trata de una tradición de décadas, Leonard Bernstein con su Fanfare for the Inauguration of JFK incluído, en la que cada juramento del nuevo presidente va acompañado de una pieza clásica compuesta para la ocasión, en muchos de los casos por invitación directa de quien sobre la Biblia jura.
Este año, simbolismos más simbolismos menos, los encargados fueron el violinista Itzhak Perlman, el violonchelista Yo-Yo Ma, el clarinetista Anthony McGill y la pianista venezolana Gabriela Montero, de quienes podríamos decir nos regalaron una bonita ejecución de la igualmente simpática pieza de Williams, pero no fue así. Lo que ofreció el cuarteto ese día fue un playbackazo digno de Milli Vanilli, con pistas que habían grabado cuatro días antes por separado.
Más relevante que eso aun fue la cantidad de mensajes racistas en un conocido foro de clarinetistas en el que se menospreciaban y cuestionaban las cualidades de McGill al haber sido llamado, hasta que dos críticos del The New York Times, blancos ambos, dedicaran sendos artículos elogiando los recientes recitales de cámara del afroamericano en Carnegie Hall.
Parece que el senador demócrata Robert Byrd no fue el único al desmayarse tras la impresión de ver a un negro jurando como su presidente.