En el museo
Smak de la cuidad de
Gante en Bélgica, se presentó el pasado viernes 24 de febrero, un concierto que involucró a toda la clase del clarinetista
Eddy Vanoosthuyse, profesor del
Conservatorio Real de Gante. Esta velada fue la última fecha de la "Semana de la música contemporánea" que el Conservatorio organiza cada año en el mes de febrero.
La obra que se interpretó en dicha noche fue
'Talisker' del compositor belga
Luc Brewaeys. La pieza demanda la siguiente instrumentación: doble coro de clarinete (dos grupos de clarinetes que incluía cada uno pícolo, sopranos, altos, bajos, y un clarinete contrabajo del cual fui responsable), cinco percusionistas ( a cargo de una surtida bandeja sonora), y cinco solistas:
- Eddy Vanoosthuyse (clarinete)
- Marc Kerkhof (clarinete contrabajo)
- Dries Geeraert (corno)
- Wim Konink (percusión)
- Gert D'Haese (percusión)
La obra está concebida para ser interpretada en un espacio con mucho eco, ya que los sonidos deben mezclarse
mucho naturalmente en el medio ambiente. Las partes de clarinete de cada ensamble demandaban muchos multifónicos, que dejaban oir segundas menores, cuartas, quintas y otros intervalos más amplios. Las melodías, que eran tocadas a veces simultáneamente al unísono en cuartos de tonos, fueron escuchadas con una sonoridad muy rica e interesante. Esta obra se puede quizás incluir dentro de la corriente "espectral" que la música de
Grisey Gérard iniciara.
Los solistas estaban ubicados en una gran sala, mientras que un ensamble de clarinete se ubicaba en otra, bastante alejada del segundo ensamble de clarinete que se encontraba junto con los cinco percusionistas. En total, los músicos invadían tres espacios separados.
El público podía movilizarse entre las salas y seguir el sonido que deseaba. Habían grandes momentos en donde la percusión invadía totalmente las instalaciones del museo, siempre con un mágico sonido. La obra tuvo bastante acogida, especialmente por el público joven. Casi al final de la obra, cinco clarinetistas debían movilizarse hacia cinco timbales, repartidos estratégicamente en el museo, para crear un efecto bastante común: tocar un Mi grave en fortíssimo muy cerca al timbal, y mover a la vez el pedal de afinación del mismo, para crear una distorción del sonido.
Un noche entretenida, en donde el clarinete tuvo definitivamente un rol protagonista, y en donde cada uno de nosotros nos divertimos en esos treinta minutos de creación musical.