15 de abril de 2006

Gran Partita de Mozart



"Era una música que yo nunca había oído, teñida de tal anhelo,
un anhelo irrealizable, que hizo estremecerme"


El pasado jueves 13 de abril, en el marco del Festival Cultural Zacatecas, y como parte de las actividades que en esta ciudad colonial del centro de México se han llevado a cabo (y seguirán a lo largo del año) como parte de la conmemoración mundial por el 250 aniversario del natalicio del más grande compositor de todos los tiempos, Wolfgang Amadeus Mozart, pudimos presenciar la ejecución de su Serenata en Mi bemol K. 361 para 12 alientos y contrabajo 'Gran Partita'.

Esta extraordinaria interpretación estuvo a cargo de un selecto grupo de instrumentistas de algunas de las más importantes agrupaciones orquestales de nuestro país, todos reunidos y dirigidos por el clarinetista Luis Humberto Ramos, de quien ya hemos hablado en este foro.

Los clarinetistas del ensamble fueron, además de Ramos, Daniel Bukovsky (Sinfónica de Guanajuato) y, ejecutando en clarinetes modernos las partes de corni di basseto, Thomas Jones (Sinfónica de Guanajuato) y César Encina (Camerata de Torreón) .

Y para quienes leen estas lineas y se encuentren en México, una invitacion al concierto en el que los alientos de la Orquesta Sinfónica de la Escuela Nacional de Música de la UNAM ejecutaremos esta monumental obra, bajo la dirección del Maestro Sergio Cárdenas, el próximo viernes 21 de abril a las 6pm en la Sala Xochipilli de la ENM-UNAM en la Ciudad de México, dentro del Festival Mozartisssimo.

A continuación transcribo la nota al programa que se leyó antes de la ejecución de la 'Gran Partita':

Quien ya conoce la Gran Partita,, seguramente estará de acuerdo con el escritor austriaco Johann Friedrich Schink, quien en 1785, luego de escucharla dijo: "Nunca hubiera pensado que el clarinete fuese capaz de imitar la voz humana de forma tan convincente". Y quien aún no la ha oído se encuentra en esa categoría de los escasos afortunados a los que todavía les queda por experimentar música de una belleza e intensidad sobrecogedoras.

En concierto en el que se interpretó la Partita de donde comentábamos las palabras de Schink, sucedió en Viena el 23 de marzo de 1784. El acontecimiento también da la primera evidencia de la relación entre el virtuoso del clarinete Anton Stadler y Mozart, una unión que sería muy fructífera.

Al igual que en lo referente a muchos aspectos de la vida de Stadler, y en este sentido también de la de Mozart, aún quedan numerosas cuestiones por resolver. En primer lugar, el manuscrito de la Serenata en Mi bemol KV 361/370ª, o Gran Partita, conservado en la Library of Congress en Washington, D.C., está integrado por siete movimientos, y no cuatro como menciona Schink. Quizá cuando se dio el concierto ya mencionado no se había completado aún la obra. O tal vez, por alguna razón, Stadler decidió presentar sólo cuatro de los siete movimientos en esa ocasión.

El manuscrito no da ninguna señal de que la obra se compusiera en diferentes momentos y que luego se juntaran las diferentes partes, lo que imposibilita el averiguar qué movimientos se tocaron. Y ¿quiénes fueron los otros músicos? Hacia 1784, Antón Stadler ya había estado activo en Viena por algún tiempo, y en 1783 fue elegido para tocar en el conjunto de viento real, la Kaiserlich Königlich Harmonie (K.K. Harmonie), agrupación en la que también participaba su hermano, clarinetista como él. Este conjunto, descrito por Cramer (Hamhurgo, 1783) como 'un grupo de virtuosos de instrumentos de viento', seguramente ocho de los mejores instrumentistas de madera en Viena en aquel momento, incluía a Triebensee y Wendt al oboe, Antón Stadler y Johann Stadler al clarinete, Kupp y Eisen en los cornos, y Kautner y Druben al fagot. Su cometido era interpretar Harmoniemusik, sobre todo arreglos de música de ópera, para la casa imperial durante acontecimientos sociales. Cuando Mozart dirigió su mirada hacia la composición de obras para instrumentos de viento, ya tenía a su disposición un conjunto de intérpretes de la más alta calidad. Por eso, es muy probable que estos fueran los músicos que Stadler reunió para su concierto. La adición de un par de corni di bassetto se debe, probablemente, a la presencia en Viena en ese momento de dos músicos itinerantes de Bohemia: Anton David y Vincent Springer, virtuosos de ese instrumento.

Para sus compañeros masones, Mozart compuso más de diez obras que posiblemente aprovecharan los talentos de los dos músicos, incluyendo la Maurerische Trauermusik, KV 477, así como el Adagio en cinco partes, KV 411, y el Adagio en tres partes, KV 410.

Mozart ya había escrito numerosas obras para conjunto de alientos con anterioridad a 1784. La Serenata en Mi bemol, KV 375, data de octubre de 1781, apenas unos meses antes de que el Emperador estableciera su K.K. Harmonie, por ejemplo.

Precisar la fecha de composición de estas obras no es ninguna tarea fácil. Para empezar, el manuscrito tiene una fecha en el margen superior derecho de la primera página que ha sido cambiada varias veces, y que ahora parece leerse como '1780'. Köchel asignó a la obra su número 361 basándose en la suposición de que el autor la compuso en Munich durante la producción de Idomeneo. Albert Einstein le reasignó el número 370ª en 1937, pensando que Mozart la escribió al llegar a Viena en 1781. El estudio del papel que realizó Alan Tyson también apunta hacia este año, pero la posibilidad de que Mozart utilizara este mismo papel más tarde no se puede descartar. La relación entre el movimiento de variaciones del cuarteto con flauta KV 285b y el sexto movimiento de la Gran Partita tampoco ha ayudado a poner fecha a esta última. Es generalmente aceptada alguna fecha entre 1781 y 1784, pero sería deseable poder definir el asunto con más precisión.

Daniel Leeson y David Whitwell han argumentado convincentemente en el Mozart Jahrbuch de 1976-77 que las pistas apuntan al año 1784, tanto para la creación como para el estreno de la obra, y que Mozart la compuso específicamente para el concierto benéfico de Stadler. Ante todo, desde el punto de vista estilístico, parece altamente improbable que Mozart pudiera haber escrito una obra de esa envergadura y madurez antes de las Serenatas KV 375 y 388. Sin embargo, surge un problema con esas fechas si examinamos el Verzeichnüss aller meiner Werke del propio Mozart. Ahí vemos que después de febrero de 1784, no vuelve jamás a mencionar la obra. Leeson y Whitwell sugieren que Mozart inició el catálogo a finales de 1784 y que simplemente decidió no incluir una pieza por la que no percibiría beneficios. De hecho, de la época posterior al inicio de su catálogo temático se conocen 16 obras a las que el compositor no asignó entrada, así como otras obras que sí figuran en el catálogo y que han desaparecido.

En una carta a su padre, datada en febrero de 1784, Mozart afirma estar muy ocupado componiendo obras que le proporcionen remuneración económica. Sin duda, se refiere al Concierto para piano KV 499, compuesto para Barbara Ployer, y por el que Mozart fue bien pagado. De hecho, Mozart asignó la primer entrada en su catálogo a ese concierto, pero posiblemente meses después de haberlo terminado. Hubiera sido bastante típico de Mozart que terminara los movimientos de la Gran Partita justo antes de su estreno, a juzgar por lo que sabemos de sus costumbres de trabajo. En las cartas a su padre, no existe ninguna mención de una gran obra para instrumentos de viento, seguramente porque su padre hubiera visto el esfuerzo como una pérdida de tiempo; Mozart recibió poco o nada por parte de Stadler, y lo mismo se puede decir sobre el reconocimiento que la obra le proporcionó. Mozart ni siquiera estuvo presente en el concierto benéfico de Stalder, sino que fue a la primera representación de su Concierto para piano KV 499, que tuvo lugar el mismo día en el hogar de su destinataria, Barbara Ployer.


¿Llegó Mozart a escuchar alguna vez su gran Partita? No existen pruebas de ello, pero es difícil imaginar que los mismos músicos no se hubieran reunido más adelante para volver a tocarla, y que el compositor no estuviera presente.

Las palabra 'Gran Partita' [sic] aparecen en la primera página del manuscrito, pero no escritas por Mozart. Además de la indicación de Nissan sobre la autenticidad del manuscrito, 'eigene handschrift', y la datación de un antiguo dueño (Johann André), que indica el año 1780, uno se enfrenta a la letra de al menos cinco personas en la primera página.

La denominación 'Gran Partita'?, tal y como la conocemos hoy, caracteriza a la perfección la obra de Harmoniemusik más monumental jamás escrita, y aunque no fue Mozart quien escribió estas palabras, podemos estar agradecido al autor furtivo del nombre por haberla colocado así a una cierta distancia de otras composiciones, meras serenatas y divertimentos. Desde el momento en que Constanze vendió el manuscrito al editor de Offenbach, Johann André, en 1799 (junto a otros manuscritos de Mozart, entre 250 y 300), cambió de manos no menos de nueve veces, perteneciendo sucesivamente a la realeza, a músicos y a un librero. La compra del manuscrito en 1941 por la Library of Congreso parece el final de esta trayectoria, y la edición de un facsímil de buena calidad en 1976 ha facilitado una disponibilidad universal.

La película Amadeus de Peter Schaffer -basada en un guión teatral del propio autor- y dirigida por Milos Forman proyectó la imagen de un Mozart frívolo, infantil y caprichoso pero supo cuidar mucho la música, que se convirtió en uno de los mejores avales de la cinta junto a una cuidada recreación de la Viena de la época y sus gentes. A través de la banda sonora, perfectamente acoplada a la imagen y al discurso narrativo y magníficamente interpretada, mucha gente descubrió la belleza y el poder de la música de Mozart [1]. El director se preocupó de no usar sus obras más trilladas e incluyó una selección de interesantes fragmentos, poco familiares para el gran público, pero que sirvieron para abrir el apetito musical al espectador curioso.


En una de las escenas, el viejo Salieri recuerda ante un sacerdote el impacto que le provocó el encuentro con la música de Mozart. Como ejemplo musical, usa el inicio del "Adagio" de la Gran Partita en Si bemol mayor. En la película, Salieri describe así ese momento:
'Un comienzo simple, casi cómico. Un ritmo -a base de fagotes y cornos- como el de un acordeón oxidado. Luego, de pronto, por encima, un oboe; una sola nota, mantenida firme, hasta que un clarinete la recoge y la convierte dulcemente en una frase maravillosa. ¡Esto no había sido compuesto por un mono de feria! Era una música que yo nunca había oído, teñida de tal anhelo, un anhelo irrealizable, que hizo estremecerme. Me parecía estar escuchando la voz de Dios.'