Friedli en Venezuela |
6 de mayo de 2021
El clarinetista suizo Thomas Friedli nos abandonó trágicamente el 14 de abril de 2008. Durante su última visita a Venezuela, este extraordinario músico conversó en exclusiva con Valentina Palma para Clariperu. Esta es la última entrevista realizada al maestro Friedli.
La traducción ha sido hecha por Eloy Salgado y Marly Santamaría. Las fotografías han sido tomadas por Guillermo Marín.
Hace menos de un año y poco más de seis meses, luego de una larga jornada de clases magistrales de este maravilloso maestro, tuvimos el privilegio de hacer esta entrevista y compartir y disfrutar de la peculiar amabilidad y sencillez que lo caracterizaba, un hombre sabio y gentil, que tras unos meses de su visita a Venezuela y luego del prestigioso y afamado Concurso de Ginebra, hoy cumple un mes de su lamentable y dolorosa desaparición.
Aquí les presentamos sus palabras más sinceras y esperamos que al leer esta entrevista, reciban el soplo de su personalidad, un hombre valioso para los que amamos el clarinete y que hoy recordamos con respeto y afecto.
Valentina Palma, mayo 2008.
• Maestro, cuéntenos un poco acerca de usted. ¿Cómo llegó a ser clarinetista?
¿Cómo llegué al clarinete? (el primer encuentro). Yo tocaba flauta dulce y flauta traversa y como los resultados no eran muy buenos, mi padre me dijo: "vas a tener que dejar la música o te cambias de instrumento, porque no estudias lo suficiente".
Luego escuché otros instrumentos y hubo dos que me llamaron la atención: el clarinete y el corno. Yo escogí el clarinete; eso fue a los catorce años.
• ¿Recuerda algún momento, una anécdota que fue determinante para que se decidiera a ser músico?
Evidentemente cuando yo era pequeño no pensaba en ser músico profesional, más bien pensaba en convertirme en explorado. Me llamaba mucho la atención la geografía pero se dio la oportunidad de ir a un concierto de estudiantes en el conservatorio y, entonces, escuché el tercer movimiento del segundo Concierto para clarinete de Weber (la Polaca) y eso fue así ¡uffff! Una revelación. Después, en la radio, escuché el Dúo concertante de Weber y me dije: "qué música tan bella, esto es extraordinario". Inmediatamente me dieron deseos de tocar esa música, de tocar con orquesta.
• ¿Qué maestro lo ha influenciado más en su carrera?
Bueno, es claro que el maestro más importante es siempre el primero. Ese maestro tocaba el clarinete solista antes que yo ocupara la plaza en la orquesta de Lausana. Se trata de un clarinetista francés de origen polaco, se llama Robert Kemblinsky, de hecho mantengo un buen contacto con él y pienso que las cosas más importantes las aprendí de él.
Cuando terminé mis estudios en Suiza, me fui por dos años a París y estudié con Jacques Lancelot y esa fue una experiencia maravillosa, me encantó. Era alguien que tocaba de una manera completamente diferente a la mía, fue muy interesante porque me dijo: "No es muy convincente lo que tu haces y hasta que no logres convencerme, es mejor que toques como yo".
• ¿Qué diferencias ha observado usted entre los clarinetistas de su generación y los de ahora?
Digamos que, cuando yo era joven, se tocaba bien el clarinete, sobre todo en Europa, es decir, en Francia, Alemania con las diferencias del caso. También podías encontrar buenos clarinetistas en Italia, pero en los concursos, cuando la gente venía digamos, de Finlandia o Rusia, había una gran diferencia de nivel y actualmente en todas partes del mundo se toca bien el clarinete y eso es extraordinario.
Hay magníficos clarinetistas de primera clase en Venezuela como en Finlandia, Suecia, Italia, Portugal, o España. Definitivamente, la gran diferencia es que evidentemente gracias al trabajo de gente como Valdemar Rodríguez, el clarinete se ha desarrollado enormemente.
Incluso en China, tengo un alumno que es magnífico. Hace treinta años, los alumnos que venían de China no tenían ese nivel. En el caso de los japoneses, decíamos "bueno, no está mal". Pero actualmente son magníficos, son clarinetistas que tocan las sonatas de Brahms como si hubiesen pasado toda su vida en Alemania; para mí esa es la gran diferencia entre los clarinetistas de hace treinta años y los de ahora.
Igualmente en aquella época, encontrábamos clarinetistas con una técnica solvente, que les permitía tocar sin equivocaciones, digamos el Concierto n°2 para clarinete de Weber. Mi primer profesor me decía: "si puedes tocar el final de El Pastor sobre la Roca de Schubert, entonces tienes una técnica fabulosa". Actualmente, la mayoría de los clarinetistas en el mundo tienen buena técnica.
• ¿Cómo ve el panorama musical en Latinoamérica?
Pienso que el modelo venezolano es absolutamente extraordinario, y es de esperar que todos los países del mundo, incluso los de la vieja Europa, repliquen este tipo de modelo que, por el momento, es único. Tengo entendido que algunos países de Latinoamérica como Perú y Colombia ya lo están implementando.
• En su experiencia docente, ¿como cree usted que se puede ayudar a un alumno a desarrollar su musicalidad?
Yo pienso que la primera cosa en la que hay que insistir es que tocar las notas está bien, es muy importante, pero, no lo es todo. En nuestra época, nosotros tocábamos las notas y ya eso era suficiente, no se discutía mucho.
Yo diría que desde la iniciación de los alumnos principiantes, en lugar de tocar una escala de manera estúpida y mecánica, se debería ejecutar de múltiples maneras, digamos: lenta, expresiva, haciendo énfasis en el sonido, la delicadeza de la articulación y de esta forma despertar la sensibilidad en el alumno. Claro, es evidente que no todos tenemos el mismo gusto, pero es importante estimular al alumno para que exprese sus sentimientos y sus propias ideas musicales.
Uno puede dar indicaciones técnicas, trucos, sugerencias para tocar mejor, pero finalmente eres tú quien debe tener musicalidad. Y el profesor debe ayudar a que su alumno haga más y dé más; yo podría, por ejemplo, tocar una melodía y decirle en el momento "es así, toca como yo", pero de esa manera no iremos muy lejos porque no se trata de copiar; es como cuando se trabaja la memoria, se debe tener confianza en sí mismo y cuando a uno le gusta la música, la ama, en el momento de tocar es bueno decirse ahora me toca a mí interpretar esta música con confianza y sobre todo expresar los sentimientos y emociones a través de ella.
• ¿Dentro de la gran diversidad de su repertorio, tiene alguna preferencia en particular?
Si, desde hace tiempo y cada vez más siento preferencia por Brahms. Me siento muy cerca de Brahms y de Mozart evidentemente. En mi juventud, más bien me gustaba Weber, sus piezas virtuosas, pero ahora estudiar y tocar las sonatas de Brahms, el quinteto y sus sinfonías me encanta.
• ¿Cómo se siente el maestro Thomas Friedli, en este momento de su vida, después de una fructífera carrera?
(Después de un gran suspiro el maestro responde). Un poco melancólico, porque luego de 61 años uno se pregunta: ¿cuánto tiempo podré continuar tocando? Porque es claro que la carrera de un instrumentista de viento termina antes o más temprano que la de otros ejecutantes, pianistas o incluso un instrumentista de cuerda.
Hubo años en que estuve muy afectado por el asma, eso fue quizás hace diez o doce años, y casi me retiro, porque no lograba mantener un nivel de respiración adecuado. Actualmente, todo marcha bien pero uno nunca sabe cómo va a estar la salud, la memoria o el funcionamiento mecánico de las manos. Pienso ahora en un colega que sufre de las articulaciones, los dedos se le inflaman. Tengo otros dos colegas con parálisis facial. Quiero decir con esto que nunca se sabe cómo estaremos y las cosas pueden ocurrir de un día para otro.
Me encantaría tener la edad de ustedes, ser joven pero claro, lo bueno de mi edad es que tengo una cierta experiencia, que puedo compartir con ustedes y puedo ofrecerles algo que puede servirles para mejorar su desempeño como clarinetistas.
• ¿Cuál fue el hecho mas importante en su vida profesional?
El hecho más importante de mi vida profesional fue ganar el Concurso de Ginebra, ya que eso me abrió muchas puertas. Todavía en aquella época, cuando se ganaba un concurso, recibías muchas ofertas y contratos para tocar como solista, ahora, cada año se llevan a cabo muchos concursos, tenemos cinco primeros premios en cinco concursos diferentes, entonces las oportunidades se distribuyen entre más clarinetistas y como el nivel del instrumento se ha elevado tanto, encontramos que en muchas orquestas sinfónicas hay al menos dos clarinetistas que pueden tocar muy bien los solos o actuar como solistas.
Si bien existen tres o cuatro solistas internacionales como Martín Frost, Sabine Meyer o Paul Meyer que tocan todo, también es cierto que en cada orquesta encontramos solistas solventes que se desempeñan muy bien en sus ámbitos de trabajo, sin necesidad de traer a alguien del exterior.
Antes no era así. Había pocas personas que podían tocar el Concierto para clarinete de Jean Françaix o el de Nielsen y esos pocos virtuosos, eran contratados para tocar con las orquestas que los programaban. Ahora no. Tú lo acabas de interpretar en la orquesta donde trabajas en Caracas. Valdemar también lo ha tocado con su orquesta y así tantos otros en Venezuela.
• ¿Qué consejo ha sido el que más le ha servido en su vida?
¡Estudiar!
• ¿Cómo se le revela el amor por enseñar que usted nos ha permitido conocer en estas clases?
Primero que todo, me gusta comunicarme con la gente y, además de eso, tengo una instrucción pedagógica, ya que fui maestro de escuela y claramente algo quedó. Pero reconozco que siento y percibo verdaderamente donde están los problemas de los alumnos, a veces estoy en lo correcto y a veces me equivoco; en el fondo, saber enseñar no es muy diferente que tocar la música, se parece mucho, lo más importante es la inspiración.
Cuando toco bien es cuando me siento inspirado y de la misma manera, cuando enseño hay gente que me inspira, que me motiva como la música de Brahms. Desde el momento que alguien activa en mi esa motivación, entonces la comunicación se hace fluida y directa. Por el contrario, cuando alguien no me convence, entonces tengo que reflexionar, pensar y entonces comienzan las dudas y todo se hace más lento.
• Usted tiene un talento especial para enseñar, ¿es algo natural, nació con eso?
La verdad, antes de ser músico ya tenía condiciones para enseñar, quizás sea un talento heredado porque mi papá era profesor de escuela, mi mamá era profesora y por lo menos cuatro o cinco tíos y tías eran maestros de escuela. También uno de mis abuelos eran pedagogos así que estoy seguro de que eso está un poco en la familia.
• ¿Algún recuerdo que desee compartir de su experiencia como solista?
La mejor experiencia es la colaboración con grandes directores de orquesta como Wolfgang Sawallisch o Charles Dutoit. Son momentos que marcan. Se aprende mucho de esa gente y evidentemente a posteriori uno puede transmitir eso a los alumnos y al público.
• ¿Qué consejo nos deja a la comunidad de clarinetistas y a los asiduos lectores de Clariperu?
Mi mensaje es que, en mi opinión, todo lo que he escuchado es de un excelente nivel. Sobre todo hay que evitar los falsos complejos de inferioridad con respecto a los Estados Unidos y Europa, porque aquí hay clarinetistas con iguales dotes musicales y técnicos, con un nivel tan bueno como el de Europa.
Nunca se debe pensar que "bueno, como vivo en la Tierra del Fuego (por no citar un país específico) nunca podré ser un buen clarinetista". Mi consejo es que deben creer en sus capacidades . Y por último, ¡hay que estudiar mucho!
Video: Thomas Friedli interpreta el primer movimiento del Concierto para clarinete de Krommer.