17 de julio de 2012

Tala: un ejemplo para toda Latinoamérica

Marco Antonio Mazzini dirige el ensamble de clarinetes de Tala en Uruguay


Hace unos pocos días regresé a la ciudad de Lima luego de experimentar unos intensos días de música en la ciudad de Tala, en Uruguay. Es difícil resumir una semana entera en esta pequeña publicación, pero haré mi mejor esfuerzo.

Por Marco Antonio Mazzini

Tengo la suerte de viajar mucho como parte de mi trabajo (Uruguay es el país N° 23 que visito) y siempre regreso a Perú con el espíritu engrandecido luego del contacto con gente maravillosa. Además, mis visitas involucran trabajar directamente con clarinetistas que han decidido como profesión el clarinete y estudian mucho para destacar en sus ciudades. El nivel de las nuevas generaciones se ha elevado notoriamente y esto es algo muy positivo.



Pero mi viaje a Uruguay fue muy distinto. En primer lugar, no conocía a nadie en Tala, así que era un viaje/aventura. Me animé a visitar a Mónica Díaz luego que me pidiera trabajar con su nuevo ensamble de clarinetes, que para mi sorpresa, estaba conformado por niños, y niños que tocaban por afición y que no buscan (al menos ahora) seguir una carrera musical. Esto es algo muy inusual en nuestro continente - los ensambles de clarinetes estables escasean en nuestros países (por eso empecé  el gran proyecto de la Redlec). No lo pensé dos veces  y con el respaldo de los padres de familia de Tala, Clariperu y la Redlec organizamos la "Semana del Clarinete" en dicha ciudad.



La experiencia fue sorprendente: niños muy sensibles llenos de ganas por crear música y hacer las cosas bien. En cada clase que ofrezco, siempre utilizo el clarinete como una excusa para pensar en que podemos ser mejores personas - la música es una herramienta muy poderosa para cambiar vidas. Estos niños captaban todas mis indicaciones con gran facilidad y se notaba el cambio inmediato tanto en su actitud como en su sonido. Al explicarles al detalle sobre cómo está construida cada pieza musical que ensayábamos, los niños se compenetraban seriamente con la música - al punto de sugerir cambios de matices o ligaduras de fraseos más interesantes. Esto es sorprendente. Por si fuera poco, la pequeña niña Candelaria (9 años, encargada del clarinete requinto) transportaba inmediatamente las notas que pedía al grupo y nunca se equivocó. Todas las mañanas a las 9:00am empezábamos nuestras clases de técnica, para luego ensayar y crear música de 2:00pm a 5:30pm. Los niños (y los padres) nunca llegaron tarde durante los cinco días.


Luego de repasar su repertorio y agregar la "Gymnopedia N°1" de Satie y la bella "Sally's song", decidimos ofrecer un concierto para que padres de familia, amigos y Tala puedan escuchar una pequeña muestra de lo capaces que son estos niños de crear música a alto nivel. Ensayamos mucho tanto notas como la presentación ante el público - como caminar en el escenario, como reaccionar ante posibles situaciones, como sentarnos correctamente y por sobre todo, el disfrutar mucho lo que hacemos. 


La noche final de la "Semana del Clarinete" estuvo lleno de gente, buena música y comida. Los chicos, algo nerviosos, se lucieron delante del gran público que se dio cita en la Capilla de Tala. Todo lo aprendido en la semana fluyó en cada una de las obras que interpretamos. El público aplaudía con muchas ganas. Al tocar las notas finales de la última pieza, el público se puso de pie y los chicos no escondían su felicidad en sus rostros. Pedí un reconocimiento para su maestra, Mónica Díaz quien además acompaño a los chicos dentro del ensamble. Todo salió de maravilla.



Luego de terminado el concierto, nos esperaba a todos los participantes un gran asado en el local del Club de Rotarios. El consumo de carne es una gran tradición en Uruguay y no pude resistirme - al igual que tomar mate. Entre risas, nuevos amigos, los clarinetistas y sus familiares, terminó lo que fue para mi un viaje de aprendizaje personal. Más allá de la música, quedé maravillado al contemplar la fraternidad, respeto y cariño con el cual toda la gente de Tala se trata a diario. Todos se saludan en las calles y nadie se preocupa si les van a robar sus cosas o no - los autos rara vez los estacionan con llave. La entrega de los niños a la música, sus avances, la visión de Mónica de darles algo nuevo a sus alumnos es algo que me ha dejado muy meditativo y por sobre todo, contento.


Tala será una pequeña ciudad en Uruguay, pero la grandeza de su gente y lo que han iniciado con el clarinete es un verdadero ejemplo a seguir para todos nosotros. Ellos no se quejan que no tienen apoyo: ellos buscan soluciones y las consiguen. Ahora, hemos decidido hacer un campamento para clarinetistas que lo diseñaremos en estos meses. Y claro, no dudo que lo realizaremos.


Ensayo general del Ensamble de Clarinetes de Tala