14 de mayo de 2012
Mariano Frogioni es una autoridad musical en Argentina. Muchos grandes intérpretes de Latino América han sido alumnos de este ilustre instrumentista. Como miembro del Quinteto de Vientos del Mozarteum realizó una serie de giras por Europa y Sudamérica. A través de la presente entrevista podrás conocer mejor a este destacado músico.
Esta interesante entrevista fue realizada por Luis Rossi, y ha sido enviada por el autor como contribución a Clariperu.
* Profesor Frogioni, cuéntenos un poco acerca de usted.
Nací en Recanati, un pueblo en la región de Marches en la costa Adriática, que fue también el lugar de nacimiento del tenor Beniamino Gigli. Cuando yo tenía cinco años mi familia emigró a Argentina, y así comencé mi estudios escolares en Buenos Aires. Estando en gira con el Quinteto de Viento Mozarteum, pude visitar a mis parientes italianos en mi pueblo de origen. Fue una experiencia inolvidable; reconocí mi primer hogar e incluso la puerta de la casa de mi abuela.
* ¿Se considera italiano?
¡A pesar de mi cariño por Italia, yo me siento totalmente Argentino!
* ¿Cómo llegó a ser clarinetista?
Comencé a tocar el clarinete cuando tenía once años. Mi padre, como muchos italianos, era un adicto a la ópera. Junto a él disfruté de innumerables transmisiones radiales de ópera, y así comencé a expresar mi deseo de aprender música. Mi padre no necesitó de mucha insistencia y una noche se apareció con un clarinete de trece llaves que venía en un estuche del terciopelo. Aunque la elección del instrumento fue suya, nunca se me hubiese ocurrido cuestionarla, quizás esto sea algo típico de mi generación. ¡Sencillamente, el clarinete era perfecto para mí!
Claro que no tenía ni la menor idea de lo que sería mi vida como músico; pensándolo bien, creo que Dios inspiró a mi padre. Por otro lado, nunca olvidaré a mi primer maestro (curiosamente fui su primer y único estudiante). Su nombre era Francisco Azaritti y fue un muy buen maestro. Analizándolo en retrospectiva y con mayor conocimiento, era también un gran intérprete. Tocaba en una banda sinfónica, con una excelente técnica y el sonido al estilo italiano. Posteriormente, cuando ya trabajaba profesionalmente, estudié con el renombrado Roque Spatola, solista de clarinete de la Orquesta del Teatro de Colón de Buenos Aires. Eso fue muy enriquecedor porque, aparte de los usuales Caprichos de Cavallini, Marasco y Magnani, tuve la oportunidad de aprender los Estudios de JeanJean, obra que en ese tiempo era prácticamente desconocida en Argentina. Pero el legado más importante de Spatola fueron sus lecciones sobre la interpretación del repertorio orquestal, tanto en ópera como en música sinfónica. ¡Durante mi carrera con la Sinfónica Nacional, puse a menudo en práctica sus consejos!
* Cuando usted comenzaba su carrera, Roque Spatola era reconocido como el mejor clarinetista en Argentina.
Sí, es cierto. De hecho, Pamela Weston incluyó a Spatola en su último libro sobre virtuosos clarinetistas del pasado. Otro clarinetistas sobresalientes fueron Filotette Martorella, Luis Carbone y Victorino Sierra, todos virtuosos, gracias a nuestros maestros italianos.
Recuerdo que éramos muy diestros tocando a primera vista y principalmente en transponer las partes escritas para clarinete en La. En esa época se usaba el clarinete en si bemol modelo full Boehm, cuyo teclado más complejo permitía llegar hasta el mi bemol grave. ¡Y la moda era tocar todo traspuesto, sin usar el clarinete en la! Recuerdo una vez cuando practicaba detrás del escenario: el programa incluía la Quinta Sinfonía de Tchaikovsky y el director era Eduard Van Beinum, del Concertgebouw. Se acercó a charlar conmigo y le mencioné que tocábamos todo con el clarinete en sib. Preguntó: ¿Significa que ustedes están transponiendo? Realmente estaba asombrado (¡e impresionado!).
Aún hoy en día no comprendo, ni siquiera cuando lo veo en perspectiva: ¿Cómo pudimos hacer algo así?. Sin embargo, nos parecía natural en esos días. Creo que con los años, al madurar, fuimos gradualmente concentrándonos en el refinamiento musical, el sonido y la expresión, dejando a un lado la preocupación por el virtuosismo.
* ¿Cómo llegó a ser tan conocido en Chile?
Al comienzo de los sesenta, como muchos otros colegas recibían contratos tentadores de otros países, yo dediqué un año enseñando y tocando música de cámara en el Conservatorio de la Universidad de Chile. Mi presentación en Santiago se realizó con el Concierto de Mozart, dirigido por el director alemán Teodor Fuchs y acompañado por la Sinfónica Nacional de Chile. Después de esa presentación fuí invitado a hacer la primera audición del Concierto de Copland. Fue un tremendo éxito y recibí críticas excelentes. Sin embargo, a pesar de todo decidí regresar a Buenos Aires y a mi posición orquestal en la Sinfónica Nacional. Conservo cariñosos recuerdos de Chile y de mis amigos chilenos.
* ¿Cuándo se integró a la Sinfónica Nacional de Buenos Aires?
En 1949, el año de su fundación. Al principio, fui segundo clarinete de un joven italiano que llegó a ser mundialmente famoso como fabricante de boquillas de cristal. Por supuesto, me refiero a Cosme Pomarico, quien regresó a Italia en 1958 para establecer su negocio. Con excepción de aquel año en Chile, trabajé en la Sinfónica hasta hasta mi jubilación en 1992. Tengo recuerdos maravillosos, acumulados durante cuarenta y dos años de trabajo junto a grandes directores como Kubelik, Kleiber, Celibidache, Markévitch, Doráti, Casals, Klecki, Kempe, Van Oterloo, Ansermet y Martinon. Varios renombrados compositores llegaron también a dirigir, entre ellos Stravinsky, Kachaturian, Villa-Lobos y Copland.
* ¿Recuerda especialmente a algún solista internacional?
Claro que sí, tocamos con Janigro, Casals, María Tipo, Francescatti, Brendel, Szerying, Backhaus, Rubinstein, Argerich, Gulda, Brailovsky y también Arrau. Recuerdo la presentación de Arrau tocando el Primer Concierto para Piano de Beethoven (con el hermoso diálogo entre piano y clarinete en el movimiento lento). La audiencia respondió con una ovación tremenda, por lo que Arrau fue obligado a volver una y otra vez al escenario. ¡Ante mi asombro, Arrau se acercó, y tomándome de la mano me llevó adelante para compartir el aplauso! Además tuve varias presentaciones como solista y especialmente recuerdo aquellas donde interpreté los conciertos de Nielsen y Hindemith.
* ¿Nos podría hablar sobre las instituciones musicales de Argentina?
El Mozarteum Argentino y la Sociedad Wagneriana organizan las temporadas de conciertos con solistas internacionales y orquestas sinfónicas o de cámara provenientes de Europa y los Estados Unidos. El Teatro Colón ofrece también conciertos y temporadas de ballet con la Filarmónica de Buenos Aires, pero su función específica es la temporada internacional de ópera, que se lleva a cabo con una segunda orquesta completa llamada Orquesta Estable del Teatro Colón.
El Colón patrocina también a la Orquesta Académica, un programa de orquesta juvenil en desarrollo. Luego tenemos la Sinfónica Nacional -donde yo toqué- patrocinada por el Ministerio de Educación. No lejos de Buenos Aires, las ciudades de Avellaneda y La Plata tienen sus propios teatros donde ofrecen ópera y temporadas de conciertos. Muchas otras ciudades en Argentina, como Córdoba, Mendoza, San Juan, Rosario, Santa Fe, Bahía Blanca, Entre Ríos, Neuquén y Salta -en la frontera boliviana- cuentan con orquestas sinfónicas.
* ¿Cuántos años integró el Quinteto de Vientos del Mozarteum?
Fue fundado en 1963, originalmente como Quinteto de Vientos de la Sinfónica Nacional, y a poco andar se adoptó el nombre de Quinteto de Vientos del Mozarteum, llegando a ser mucho más prominente, con una agenda de conciertos, clases magistrales y viajes internacionales. Así llegamos a Bolivia, Colombia, Perú, México y Venezuela. Realizamos también conciertos en Europa y Estados Unidos (nuestro debut fue en Miami.) Recuerdo especialmente los conciertos en el Carnegie Hall y en la sala de la Orquesta de Chicago. El Quinteto, que recibió el Premio Konex en 1989, dejó también varias grabaciones.
* ¿Ha participado en Festivales Internacionales de Clarinete?
Sí, en 1988 fui invitado a participar en el Richmond ClarinetFest, con un programa dedicado a obras para clarinete y orquesta de compositores argentinos. Desgraciadamente durante el ensayo, ¡una tempestad inundó el vestíbulo y el concierto se canceló! El año siguiente volví al Festival Internacional de Clarinete en Minneapolis, donde interpreté las obras argentinas con la Orquesta Metropolitana de Minnesota.
* Y acerca de su actividad docente.
Amo la enseñanza y ella ha sido un intenso elemento a través de mi carrera. Comencé en la Universidad de Chile en Santiago, continuando luego en el Conservatorio Nacional de Buenos Aires y el Conservatorio de la Universidad de La Plata. Varios de mis estudiantes tocan en orquestas argentinas y del exterior.
* Entiendo que usted estrenó en Buenos Aires el Choro para el clarinete y orquesta de Camargo Guarnieri.
Sí, fue en 1961, con la Sinfónica Nacional conducida por Guillermo Espinoza, quien era en aquel tiempo del director de música de OEA. Esta excelente obra se ha interpretado también en Brasil y en los Estados Unidos, pero es muy poco tocada en la actualidad.
* ¿Y las obras de los compositores argentinos?
Yo estrené tres obras: Ofrenda sobre un Tema de Gabriel Fauré de Jorge Fontenla; Fases de Gerardo Gandini y el Divertimento para clarinete y orquesta de cámara de Osias Wilensky. Cuando participé en el ClarinetFest de Minneapolis, toqué el Divertimento de Wilensky y la Contemplación y Danza de Astor Piazzolla, una obra temprana que fue compuesta mientras estudiaba con Ginastera, es decir antes de establecer su famoso estilo de Tango. Estas obras son mencionadas por el clarinetista argentino Carlos Capra en su tesis doctoral La Música para Clarinete de Compositores Argentinos (Universidad de Texas, Austin 1999) y también por la clarinetista Diane Fukunaga en la tesis doctoral Música para Clarinete Solo de Compositores Contemporáneos Latinoamericanos (Universidad de Kansas, 1988).
* ¿Algún otro recuerdo de su experiencia como solista?
Puedo pensar en tres: primero, mi primera versión del Concierto para clarinete de Mozart en 1958 con la Orquesta de Radio Nacional LRA, conducida por Jean Fournet. Luego, una presentación con el primer Concierto para clarinete de Weber en 1962, con la misma orquesta y un joven director por entonces desconocido: Zubin Mehta. Finalmente, el mismo Weber con la Orquesta de los Amigos de la Música, conducida por Ferdinand Leitner. Posteriormente, el haber recibido el Premio Konex de 1999 al mejor intérprete de instrumentos de viento-madera en Argentina, fue un inesperado, emocionante reconocimiento.
* ¿Cuáles son sus obras favoritas en música de cámara?
Tengo varias, pero hay una que tocaría cada día: el Quinteto para clarinete op. 115 de Brahms. Además de su enorme contenido musical, está tan bien escrito para clarinete que todo suena bien; es un placer tocarlo. Además están los Contrastes de Bartók, obra que hice con el violinista Alberto Lysy y también con León Spierer, un argentino que desempeñó toda su carrera como Concertino de la Filarmónica de Berlín.
* Cuéntenos algo de sus viajes.
En 1975 mi esposa y yo nos embarcamos en un viaje a Europa. Ya que mezclaba el negocio con el placer -descansando pero también planificando comprar un clarinete nuevo en París- viajé con poco equipaje y sin mis instrumentos, ¡llevando sólo la boquilla! Nuestra primera parada fue Florencia, para visitar a Pomarico.
En esos días, Pomarico era el Solista de Clarinete de la Orquesta de Cámara de Florencia, pero su negocio de boquillas lo mantenía terriblemente ocupado. Estaba tan retrasado con los pedidos que me rogó que lo sustituya en un concierto que harían en Certaldo, un pequeño pueblo en las afueras de Florencia. Traté de rehusar la invitación, pero eventualmente me convenció: estaba familiarizado con el programa y me prestó sus instrumentos. De tal forma que, de pronto, me encontré sentado en el autobús de la orquesta, camino a Certaldo para tocar ese concierto; sin ensayo alguno y sintiendo una suerte de escepticismo por parte de los demás músicos. Para alivio de todos, toqué muy bien y recibí muchas felicitaciones.
* ¿Cómo definiría a la escuela argentina de clarinete?
¡Esa es una pregunta complicada! Pienso que, tanto en Argentina como en cualquier otro lugar, cada músico tiene sus propias y únicas cualidades. Pero tu pregunta va un poco más allá. En Buenos Aires, hay un grupo de jóvenes intérpretes - personalidades individuales aparte- que son de un nivel uniformemente alto. Además de haber asimilado la experiencia de mi generación, ellos tienen todos los recursos técnicos disponibles hoy en dia: instrumentos mejorados y un abanico surtido de boquillas y grabaciones de los mejores clarinetistas.
Comparándolos con aquellos que vienen del exterior, me siento muy feliz al comprobar que los nuestros han alcanzado un nivel internacional. Sin embargo, sus ambiciones son totalmente diferentes de las de mi generación: ellos conocen todo el repertorio, menosprecian las Bandas Sinfónicas (aunque muchos trabajan en ellas) y aspiran integrar orquestas sinfónicas y desarrollar carreras solísticas. Entre los más sobresalientes puedo nombrar a Mariano Rey, Guillermo Sánchez, Carlos Céspedes y Matías Tchicourel.
* ¿Qué ocupaciones tiene desde su jubilación?
Guío la sección de clarinetes de la Orquesta Académica, la orquesta juvenil del Teatro Colón. También enseño clarinete y música de cámara en la Universidad de Lanús, y doy frecuentes clases magistrales en conservatorios de diferentes ciudades de Argentina.