¿Te imaginas tu vida diaria sin Internet? ¿Cómo te sientes cuando olvidas tu celular en algún lugar y no lo usas por muchas horas? Es posible que te cueste imaginar un mundo sin teléfonos inteligentes y sin acceso inmediato a un océano de información. Hagamos un segundo ejercicio mental: imagina un mundo donde nadie haya escuchado el clarinete bajo como un instrumento solista. Nadie.
Desde su desarrollo, a partir de 1730, el clarinete bajo ha sido escuchado como un refuerzo de sonidos graves y con justa razón: su profundo sonido y facilidad para acoplarse a otros colores sonoros en diversos matices se empezó a popularizar entre entusiastas de los sonidos bajos. Han pasado casi tres siglos y su rol como relleno sonoro es aún significativo. El problema es que muchos músicos aún creen que el clarinetista que no es bueno puede y debe tocar el clarinete bajo, el instrumento auxiliar.
Hoy en día el panorama está cambiando con las nuevas generaciones, los especialistas y la difusión masiva de las grabaciones. Pero en cada historia siempre hay un héroe, alguien que se atreve a ir en contra de los patrones musicales establecidos y cometer una locura. Como clarinetistas, estamos tan acostumbrados a escuchar un clarinete bajo y no imaginamos que, en algún momento, alguien dio el primer paso para arrancar al instrumento de su rol secundario y liberarlo al mostrar todas sus posibilidades solísticas y expresivas. Esta historia empieza en la República Checa y nuestro héroe se llama Josef Hórak. Descubriremos por qué el 24 de marzo es una fecha importante en la historia del clarinete bajo.
Josef Hórak nació el 24 de marzo de 1931 (¡vaya coincidencia de fecha!) y como clarinetista de la Orquesta Filarmónica de Brno (puesto que mantuvo hasta 1963), un día le tocó la incómoda situación de tener que tocar el clarinete bajo en una obra. Esta situación, en lugar de desalentarlo, le cambió la vida: se enamoró del sonido del clarinete bajo.Al empezar a explorar las posibilidades sonoras del clarinete bajo, pronto se dio cuenta que las obras originales para este instrumento eran sumamente escasas - y aquí nuevamente tenemos que imaginar un mundo muy distinto al actual -. ¿Cómo que no hay música para clarinete bajo? Aparte de pequeños solos orquestales, se conocía la Sonata de Othmar Schoeck, compuesta en 1927 y que mencionamos en este interesante artículo. Y esa era una sola obra en un verdadero desierto.
Hórak empezó a realizar transcripciones de obras para cello y fagot para cometer una locura en el escenario: ofrecer un recital completo con el clarinete bajo como solista. Hasta esa fecha, nadie se había atrevido a crear semejante propuesta sonora y por primera vez se iba a escuchar la voz clara del clarinete bajo.
Y así lo hizo. Este concierto sumamente especial marca una nueva historia en el desarrollo artístico y sociocultural del clarinete bajo. En la República Checa, Josef Hórak ofreció el primer recital de clarinete bajo en el mundo, el 24 de marzo de 1955. Sin duda, una fecha importante para todos los músicos dedicados al clarinete bajo.