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22 de agosto de 2021

Claves Musicales, un proyecto pionero de Gabriel Blasberg. CLARIPERU


Con el crecimiento y efectividad de las actuales redes sociales es fácil olvidar cómo era nuestra comunicación dos décadas atrás: no YouTube, Facebook, Tik Tok, Instagram, QZone o WhatsApp. 
Uno, inevitablemente, se pregunta, ¿cómo puedo crear una comunidad de músicos en un ambiente sin redes sociales?, ¿cómo promuevo mis actividades musicales?

Es posible que las nuevas generaciones de clarinetistas no hayan escuchado de Claves Musicales, un proyecto pionero en nuestro continente que abarcó muchos aspectos del mundo de la música académica. Un proyecto innovador y exitoso que fue creado por el clarinetista argentino Gabriel Blasberg.

Clariperu conversó con Gabriel para que nos cuente la historia completa de este proyecto y aprovechamos en preguntarle sobre su historia personal. Con esta entrevista, Clariperu rinde un homenaje a Claves Musicales y al esfuerzo y visión de su creador, Gabriel Blasberg.


Estimado Gabriel, Claves Musicales fue sin duda un proyecto pionero en Latinoamérica. ¿Nos puedes compartir de qué trataba exactamente?
Básicamente, Claves Musicales fue un boletín electrónico gratuito que se distribuía vía e-mail cada quince días a los suscriptores. Su primera edición salió en marzo de 2001, después de bastante tiempo de trabajo previo para darle forma al proyecto. Fue una publicación dedicada a la música clásica, escrita por un músico en actividad, con información de interés para músicos y melómanos tanto de mi país -Argentina- como del exterior. Contenía algunas secciones fijas: Conceptos Musicales (columna de opinión redactada por mí), Contrapunto de Humor, Acertijos Musicales, Sitios Web Recomendados, Cartelera de Conciertos en Buenos Aires y alrededores, Información de Cursos, Concursos y Actividades, Correo de Lectores, y otras que no eran permanentes. Además, se proponía fomentar la participación de los suscriptores enviando, ellos, material para el boletín, respondiendo consignas como los acertijos musicales (se armaban concursos con puntaje) y muchas más, y así ir construyendo una comunidad virtual temática alrededor de la música clásica, integrada por músicos y melómanos, pero haciendo un mayor foco en los músicos activos. 

Con el correr del tiempo, debido a la creciente popularidad del boletín y al aumento vertiginoso en su cantidad de suscriptores, surgió de parte de la comunidad de lectores el interés en hacer publicidad dentro del mismo, de clases de instrumento, cursos, venta de instrumentos, entre otras cosas.

Apenas salía un número del boletín, arribaban a mi casilla de e-mail decenas de mensajes de lectores reaccionando a las consignas publicadas o con consultas de lo más diversas. Era realmente mucho trabajo, tenía que ser extremadamente organizado para absorberlo, pero a la vez lo disfrutaba a pleno y veía asombrado cómo crecía el proyecto. En el año 2002, Claves Musicales fue declarado de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Nación Argentina y la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.

¿Cómo te organizaste cuando Claves Musicales empezó a crecer?
Durante los primeros dos años y medio, Claves Musicales estuvo totalmente a mi cargo, era un emprendimiento unipersonal de mucha responsabilidad y, como ya dije, muy laborioso. Luego comenzó a colaborar la pianista Natalia Cháneton, quien fue muy importante para poder sostener el volumen de trabajo que aumentaba más y más, y que realizó una labor magnífica hasta fines del año 2010. Con el correr del tiempo y la evolución de Internet fueron surgiendo nuevas variantes dentro de Claves Musicales. Al principio el boletín era redactado en solo texto, es decir, sin formato de negritas, colores ni imágenes, etc. para que ocupe pocos kilobytes en las casillas de los suscriptores, sea muy fácil de leer y además compatible con todos los ordenadores. Claves Musicales empezó a ser convocado para otros proyectos y también fue seleccionado para integrar un portal internacional de boletines electrónicos de distintas temáticas. De esta manera, el boletín marcó también presencia en la web, comenzó a tener un diseño más atractivo con colores, fotos, enlaces interactivos, elementos multimedia, etc., pero al mismo tiempo se siguió distribuyendo por correo electrónico a sus suscriptores (llegó a contar con más de veinte mil). 

La publicación fue ofreciendo más prestaciones a la comunidad musical y aumentando la publicidad en sus ediciones. Dentro de las nuevas prestaciones estaban la edición de libros electrónicos (ebooks), partituras digitales, la publicación en la web de curriculum de músicos y un listado de profesores de música, organización de cursos musicales (dirección orquestal, armonía, composición, canto), servicios de publicidad, mailings para eventos especiales como congresos musicales, conciertos, de libros, discos, instrumentos, cursos virtuales de música, alianzas con otros emprendimientos del sector musical. También organizamos un mailing exclusivo para promocionar conciertos en Buenos Aires, que se sostuvo hasta el año 2014.

Recordamos que el proyecto tenía un lema especial
El eslogan de Claves Musicales era “Ayudar a los músicos a concretar sus proyectos” y algunos ejemplos de esto serían ayudar a que consigan público para sus conciertos, salas y oportunidades para presentarse, informarse de concursos, contactarse con posibles compañeros para sus grupos musicales, difundir sus clases, sus instrumentos en venta o que avisen si quieren comprar uno, coros vocacionales que necesitaban nuevos integrantes. Y todo esto a nivel internacional, ya que había suscriptores de decenas de países.

Como ya dije, Claves Musicales fue teniendo cada vez mayor presencia en la web y se transformó en un portal de Internet donde además de publicarse las ediciones del boletín existían otras herramientas propias de la web, cajas de suscripción, artículos sobre música, noticias, videos de lectores, ampliando mucho el alcance de un simple boletín e-mail. Y con el surgimiento de las redes sociales, a partir del año 2008 tuvimos una página de Facebook, que en ese momento no era algo tan masivo como ahora. También en Facebook pudimos crecer mucho en poco tiempo, como un excelente complemento de todo lo demás.

¿Recuerdas el motivo o motivos para crear este boletín electrónico?
Sí, lo recuerdo perfectamente y está estrechamente relacionado con una situación dolorosa de mi carrera musical: desde hacía varios años venía sufriendo un problema motriz en mi mano derecha que me impedía tocar como solista o en conciertos comprometidos. Desde muy chico yo había tenido una carrera bastante buena como clarinetista, pude vivir hermosos conciertos, orquestas juveniles y profesionales, giras, grupos de cámara, concursos, cursos, becas, y desde mis veintiún años estaba asentado como músico profesional en la Banda Sinfónica de Buenos Aires. Pero a partir del año 1990 empecé a tener ese serio problema en la mano y a pesar de haber probado mil cosas para recuperarme, no pude lograrlo. Obviamente estaba muy triste, sentía que mi carrera como concertista de clarinete había terminado. Entonces, en ese año 2001 la idea de crear Claves Musicales surgió como una excelente forma de canalizar mis ganas de realizarme en la música y aportar algo valioso pero desde un rol diferente al de intérprete. Quise inventar algo que me apasione, y encontré eso con Claves Musicales.

La idea de crear un boletín electrónico se me ocurrió porque había conocido un excelente boletín dedicado a un tema diametralmente distinto: emprendimiento y negocios. Al mismo tiempo, su editor ofrecía un e-book donde enseñaba cómo redactar boletines electrónicos. Lo compré, me gustó mucho y decidí crear mi propio boletín de música clásica. Mi objetivo era aportar algo valioso a la comunidad musical principalmente de Argentina y por qué no también de otros países. Deseaba tener un medio donde poder ser creativo, volcar mis ideas sobre la música, comunicarme con muchos lectores y poco a poco ir edificando una comunidad virtual.

Si hablamos un poco sobre tu formación musical, ¿nos puedes contar sobre tus maestros y el clarinete en tu vida?
Nací en Buenos Aires y provengo de una familia de músicos: mi madre, pianista; mi hermana mayor, pianista; mi otra hermana, violinista; y mi hermano toca flauta traversa. En mi casa siempre se hacía música, cantábamos, tocábamos, se daban clases y había ensayos. Mi formación musical comenzó ahí, en mi casa. El clarinete apareció cuando tenía nueve años, y mis primeros dos maestros fueron Marcelo Ruiz y Rolando d’Hellemmes. Luego estudié con el Mtro. Mariano Frogioni, gran músico y docente, con quien cursé toda la carrera en el Conservatorio Nacional de Música Carlos López Buchardo, donde varios años después (en 1989) me gradué como Profesor Superior. Posteriormente seguí estudiando con Frogioni pero de forma particular. Después tomé clases con el Mtro. Luis Rossi, quien me ayudó mucho para revisar y corregir aspectos técnicos que no tenía muy claros. En el campo de las orquestas, cuando tenía catorce años entré por concurso a la Orquesta de la Universidad Católica Argentina, después a la Orquesta Juvenil de Radio Nacional (una orquesta formativa de gran relevancia en el país), participé en dos ediciones (Uruguay 1985 y Colombia 1990) de la Orquesta Latinoamericana de Juventudes Musicales y colaboré varias veces como músico contratado en la Orquesta Sinfónica Nacional, todas experiencias musicales invalorables. En 1989 ingresé a la Banda Sinfónica de la Ciudad de Buenos Aires, mi trabajo actual (¡ya llevo treinta y dos años en la banda!), en el que desde 2016 me desempeño como Clarinete Solista, un cargo muy desafiante porque debo ejercer las funciones que tiene el concertino de una orquesta. En el año 1990 me presenté al concurso de Clarinete Solista en la Orquesta Sinfónica Nacional y tuve la suerte de alcanzar la instancia final con orquesta. Ya en ese entonces tenía dificultades en mi mano derecha.

Volviendo a mi formación, he aprendido muchísimo de grandes músicos no clarinetistas y también de forma autodidacta, escuchando discos, yendo a conciertos, y leyendo muchísimo. Y ahora le agrego todo lo que tenemos a mano en Internet, que es inagotable. Soy un enamorado de la música.

Como intérprete, mi gran pasión es hacer música de cámara, especialmente para clarinete y piano, y desde hace muchos años tengo un dúo con mi hermana Myriam Blasberg.

En el año 2014 decidí hacer un nuevo intento para procurar volver a tocar como antes. Encontré en Internet unos muy buenos ejercicios para los dedos, que fui probando con mucho tesón, y empecé a mejorar. El problema motriz nunca lo solucioné a fondo, pero poco a poco fui reencontrándome como clarinetista. Primero me dediqué intensamente a tocar choro brasilero (un género que me encanta y con el que grabé un disco) pero al mismo tiempo a la música clásica.

En el año 2019 viví algo inolvidable, ya que volví a presentarme en un escenario como solista con orquesta ¡después de treinta años! Toqué el Concierto n°1 de C. M von Weber y lo disfruté con alma y vida.

Quiero mencionar a un colega y maestro: Mariano Rey. Él tuvo conmigo gestos de gran empatía, calidez y generosidad para acompañarme en mi regreso como solista. Le estoy muy agradecido.

Mi otra gran pasión es la enseñanza, tanto del clarinete como de interpretación musical y música de cámara.

¿Por qué crees que Claves Musicales tuvo tanta acogida entre músicos de habla hispana?
Varios han sido los factores que impulsaron la popularidad de Claves Musicales. Trataré de enumerarlos. Cuando apareció, en el año 2001, no existía una publicación de ese tipo, ni siquiera parecida. Estaba escrita por un músico, alguien que se dirigía a sus colegas de profesión. El primer número del boletín lo envié a conocidos míos, que me apreciaban, y ellos corrieron la voz entre sus amigos, y se empezaron a suscribir en masa. Otro factor fue que era una publicación dinámica, entretenida, que propiciaba que los lectores participen: responder los acertijos de cultura musical, enviar información de sus conciertos, cursos, dar sus opiniones en los artículos sobre música, proponer ideas, enviar correos de lectores, etc. Otro motivo fue que era una publicación útil para los lectores. Es decir que el boletín se leía, se disfrutaba, y también se le sacaba provecho. Todo, además, confluía en que los lectores se sentían parte de una comunidad con la excusa de un boletín.

Es poco frecuente ver clarinetistas emprendedores como tú. ¿Qué habilidades tuviste que desarrollar para empezar este proyecto?
Lo primero que tuve que tener fue coraje y apertura mental para decidirme a hacer algo que tradicionalmente no se espera de un instrumentista. También seguridad en mí mismo para estar fuerte ante posibles críticas, algo habitual -lamentablemente- en nuestro ambiente. Otras: capacidad de planificación, de organización y de estudio, mucha creatividad y flexibilidad, aprender a trabajar en equipo, a delegar, a hacer alianzas con otros emprendedores. También aprender muchas cosas nuevas, desde habilidades técnicas relativas a la tecnología, redacción, correo electrónico, Internet, bases de datos, marketing, estrategias de negocios, publicidad, diseño web, manejo de software, redes sociales y muchas más. ¡Y tener la paciencia para estar muchísimas horas sentado trabajando con mi PC!

Con la experiencia de Claves Musicales, ¿qué consejo puedes compartir con los jóvenes músicos de nuestra comunidad?
No sé si consejos pero sí compartir algunas reflexiones. La vida está llena de oportunidades, de cosas para hacer, y pienso que es bueno tener una actitud de apertura para crear nuestros propios proyectos, que pueden ser desde muy originales hasta nada originales, pero lo importante es que aporten valor a la sociedad en que vivimos. Aprender cosas nuevas, tener el coraje de emprender, y no resignarse a que nuestra vida o profesión tenga que ser de una única manera. El mundo actual (siglo XXI con la maravilla de Internet) nos ofrece enormes ventajas a nivel información, para nuestro provecho y felicidad.

Para finalizar, quiero agradecer a Clariperu por esta entrevista, y principalmente por su extraordinario aporte al mundo del clarinete y de los clarinetistas en Latinoamérica.