Ganador de varios concursos internacionales, dotado de una gran musicalidad y voz inconfundible, el clarinetista francés Philippe Cuper conversó en exclusiva con Marco Antonio Mazzini para Clariperu. Músico paciente y optimista, nos comparte sus inicios en la música y su pasión por el clarinete, además de su opinión sobre la educación musical actual y los concursos internacionales. Esta conversación se llevó a cabo el 24 de julio del 2005 en Tokio, Japón, en el marco del Festival Mundial de Clarinete.
· Maestro Cuper, el clarinete es un instrumento que es muy natural para usted. Uno no puede dejar de preguntarse, ¿cómo empezó con el clarinete? ¿Su familia motivó su acercamiento a la música?
Para empezar te menciono que en mi familia no hay músicos, soy el único. ¿Cómo empecé? El gobierno francés decidió, hace unos treinta años, abrir escuelas de música en varias ciudades del país, ofreciendo muchas facilidades para los jóvenes que deseaban hacer música. Por ejemplo, la matrícula anual era muy barata. Bajo esta ola se abrió una escuela de música en mi ciudad, así que cuando tenía nueve o diez años pensé que, quizás, sería buena idea aprender a tocar un instrumento. Pensé primero en el acordeón, luego el piano e incluso la trompeta. Como es normal, empecé primero el estudio del solfeo.
· Atendió inicialmente clases teóricas, ¿cómo las recibió?, ¿ocurrió todo con normalidad?
¡Fui un pésimo alumno! Mi primer examen fue un desastre y luego de ese resultado, jamás pensé que iba a ser un músico. Así de malo fue. Ya que reprobé mi primer año, lo tuve que repetir y nuevamente fracasé. ¡Tuve que hacer mi primer año de solfeo en tres!
· Definitivamente le costó trabajo la teoría musical.
Sí, y era también porque prefería jugar fútbol. Era un arduo jugador. Uno de mis compañeros de solfeo me invitó un buen día a su clase de clarinete, me convenció rápido ya que me prometió ir a jugar fútbol luego que su clase terminara. Al escuchar su clase, tuve un choque tremendo, un encuentro. Luego de media hora de escuchar a su maestro me sentí como un niño y su juguete nuevo en navidad: descubrí un maravilloso hombre, no el instrumento, si no un magnífico maestro. Luego que mi compañero acabó su clase le dije que yo también quería estudiar con ese maestro, y así empecé con el clarinete. Él era para mí como un mago que me atrapó con su magia, ya que esto sucedió de solo verlo enseñar. Fue mágico de verdad. Su nombre fue Gilbert Voisin y fue alumno de Louis Cahuzac.
· ¿Qué descubrió en la ciudad de París, más allá del conservatorio?
Recuerdo cuando escuché por primera vez a la Orquesta de la Ópera de París, donde Rose tocaba. Estaba con mi padre y el sonido de esa orquesta me maravilló. Le dije a mi padre "sabes, mi sueño es tocar algún día con esta orquesta". Ese era uno de mis anhelos. Luego de diez años fui nombrado clarinete solista de esta gran orquesta. ¡Un sueño más hecho realidad! Claro que me costó mucho trabajo. Incluso luego de graduarme estuve ocupado estudiado, ya que seguí musicología en la universidad, y ya había ganado algunos concursos internacionales, los cuales me exigieron mucha preparación pero al final me generaron varios conciertos en algunos países europeos. A esto hay que agregar que tuve cuatro grandes maestros: Gilbert Voisin, Henri Druart, Guy Dangain y Guy Deplùs. Estos maestros eran buenos en diferentes aspectos, y eso me enriqueció.
· ¿Y podría decirme quién lo ha influenciado más durante su formación?
Definitivamente mi primer maestro, que venía de una buena tradición francesa. Sabes, a veces cuando se habla de las escuelas no se menciona que en Francia existen varias variantes y no solo una escuela de clarinete, eso es lo que creo. Delecluse viene de la escuela de Perier, con vibrato y sonido muy claro. Yo personalmente no vengo de esa línea. Cahuzac viene de la escuela de Rosé, Lefevrè y Bonade, de sonido redondo y lleno. Mi maestro hablaba maravillas de Cahuzac, a quien no conocí ya que falleció cuando tenía apenas tres años. Mi maestro trabajó con él por diez años y, quizás, fue el mejor alumno de Cahuzac. Mi maestro lo citaba mucho, lo admiraba. ¡Y ahora yo también lo adoro! Regresando un poco a lo del sonido, al final todos somos diferentes, así como todos tenemos voces diferentes, únicas. Se podría decir que en verdad tengo esta parte tradicional francesa, pero también trato de ser yo primero, lo cual es importante, el no tener uniformidad.
· Durante esa etapa de aprender, del desarrollo técnico, me comentaba que tocaba todo el día. ¿Era algo esporádico o seguía alguna rutina?
Bueno, tocaba por horas sin un rigor alguno, todos los días. Creo que no hay secretos: te debe gustar trabajar y/o practicar, ya que si tienes satisfacción al hacerlo, no sientes que estás trabajando, incluso el cansancio es menor. Cada vez que agarraba el clarinete me divertía. Así pasó. Cuando tienes este motor, todo marcha bien.
· Hablemos un poco sobre su participación en los concursos internacionales. ¿Recuerda cómo fueron sus inicios en ese mundo?
Una vez más, fue mi maestro Gilbert Voisin quien me motivó a incursionar en concursos internacionales. Me dijo que yo ya estaba preparado para concursar, y él tenía mucha fe en mí. "Si vas a Munich, vas a ganar" me profetizó. Él conocía muy bien el ambiente y el nivel internacional, ya que él mismo había ganado concursos. Me puse a practicar mucho para participar en Munich, y gané.
· Durante este periodo de concursos y preparaciones, ¿Tiene alguna historia que me pueda compartir?
Si, ahora recuerdo el encuentro que tuve con Stanley Drucker. Él estaba de paso en París en el periodo que yo me estaba preparando para el puesto de la Orquesta de la Opera. Luego de averiguar en qué hotel estaba alojado, lo llamé y le pedí por una hora de clase. Muy amable, aceptó mi visita. Luego de saludarnos, toqué para él lo que estaba preparando para la audición, que eran solos de orquesta junto al concierto de Mozart y Jean Francaix. Durante mi ejecución no dijo nada, toqué todo mi arsenal musical y luego de mis últimas notas me dijo "no te preocupes, mañana vas a ganar ese puesto, estoy seguro". Así de seco y convencido lo dijo. Al día siguiente lo llamé para decirle: "¡conseguí el puesto!". Creo que cuando uno va a tomar parte de un concurso debe estar muy seguro de sí, no solo al cien por ciento sino más.
· ¿Y si alguien va a un concurso a ganar experiencia?
No creo que llegue lejos. Uno debe estar listo, preparado para ganar, en su mente, en su cuerpo y evidentemente en su técnica con el clarinete. Si quieres ganar experiencia no debes necesariamente ir a un concurso. Personalmente, no soy muy apegado a las competencias, ya que no se hace música, esto lo sé.
· Con lo que me acaba de mencionar, ¿cuál fue la razón o razones que lo impulsaron a tomar parte en tantos concursos internacionales?
Muy bien, te cuento: yo vengo de una familia muy modesta y no teníamos dinero suficiente. Cuando yo empecé a estudiar el clarinete, no contaba con mi propio dinero y eso hizo las cosas difíciles. Algunos colegas míos podían alquilar una sala y ofrecer un recital o financiarse sus propias grabaciones. Yo no podía y no lo hice, ya que no contaba con los recursos necesarios. El ganar un concurso me representaba la oportunidad de ganar dinero, obtener conciertos y establecer contactos. Gracias a esto, he tenido contratos para recitales y participar como solista con diversas orquestas. Era una oportunidad única y quizás no tenía otra opción. Además, creo que un punto positivo es que los concursos te preparan para enfrentar al público. Nosotros estudiamos en un cuarto, solos, y no siempre tenemos la oportunidad de enfrentar una audiencia. Los concursos te preparan para controlar tus nervios, ya que al final todos los sentimos, no somos máquinas. A mí me ayudó en este aspecto, ya que yo era muy tímido en el escenario. Uno debe disfrutar tocar en público, si no ¿qué gracia tiene el salir al frente con tu clarinete y totalmente estresado, nervioso y casi paralizado? Tú no disfrutas y la gente tampoco. Si esto sucede muy seguido, quizás debas considerar otro trabajo.
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Cuper como solista en Japón. |
· Usted también ha sido invitado como miembro de jurado en diferentes concursos internacionales. ¿Cómo es esa experiencia?
Si, es correcto lo que dices. He sido jurado de varias competencias, entre ellas Munich. Es muy peculiar. El jurado no dialoga entre sí, solo escribe su puntaje en un papel especial y se lo transmite luego a una secretaria. Luego cuentan votos, números, para ver quien pasa a la siguiente fase. Nosotros no sabemos quienes califican y no nos vemos entre sí, salvo en la final, cuando nos permiten discutir en pleno luego de haber entregado nuestros votos. ¡Aquí empieza el problema! (se ríe).
· Y si usted tuviera la oportunidad de organizar un concurso, ¿cómo lo haría?
Bueno, no existe un sistema ideal. Pero lo que sí haría como primera acción es eliminar el sistema de audicionar con grabaciones. Que ridículo. Frecuentemente nos sorprende escuchar clarinetistas que no tocan nada parecido a la grabación que enviaron. Es muy probable que en la grabación alguien más esté tocando. Cuando fui miembro del jurado en Munich, me llamó mucho la atención oír el nivel muy bajo de algunos concursantes. ¿Cómo llegaron ahí? No lo sé, pero no contaban con el nivel mínimo. El problema está en que el jurado de Munich nunca escucha estas grabaciones, alguien más lo hace.
· ¿El jurado no toma parte en la selección?
No, para nada. Cuando yo pasé la audición de esta competencia en 1982, éramos 112 concursantes y el jurado escuchó a cada uno de nosotros y realizó su selección. Pero hace unos diez años decidieron ahorrar tiempo y aceptar candidatos por grabaciones. Esto me decepciona en verdad. Todos deberían tocar en vivo, pero la realidad es que existen personas que no pueden tocar, y aún así son aceptados por sus grabaciones. Esto me sorprendió y hasta cierto punto lo tomo como una falta de respeto, ya que tenemos que escuchar a pésimos aficionados. ¿Quién realiza la selección? Nunca me informaron. Este sistema no me gusta para nada. Incluso colegas míos tienen buenas grabaciones, pero cuando los escuchas en vivo, ¡mama mia! Claro, hoy en día puedes editar cualquier cosa y una obra de diez minutos les toma diez días de grabación, para que les quede perfecta. Retomando lo de los concursos, debería existir un gran jurado que debe escuchar todo. Si se necesitan más días en el concurso, pues que así sea.
· ¿Cree que el músico tiene una función social, un lugar importante en la sociedad?
Primero que todo, yo creo que la música es una disciplina. Por ejemplo aquí en Japón, se practican muchas artes marciales. Yo estoy empezando con el Aikido, que lo descubrí hace dos años. Es muy interesante. Por ejemplo, no hay competencia. Con esto te digo que al igual que esta disciplina, la música no es una competencia. Necesitamos algunos concursos para ayudar a jóvenes músicos, me ayudó a mí y debe seguir ayudando a nuevas generaciones, ya que no todos pueden hacer una carrera, no hay espacio para todos. La música es entonces como un deporte, todos lo días debes practicar, debes trabajar en tus músculos, en tu embocadura, en tu sonido. Tener un nivel de disciplina es muy bueno. A veces yo mismo siento flojera para practicar - lo encuentro normal - pero tengo una disciplina de práctica que me mantiene en buena forma. Esta es una de las funciones de la música: dotarte de disciplina.
Segundo, cuando practicamos música de cámara, dúos, tríos, debes aprender a interactuar con otras personas, con otros músicos que a veces a penas conoces, como sucede en la sociedad. Uno aprende a vivir con el otro, a ser tolerante y a entender que no siempre tenemos la razón. No existe una verdad absoluta. No soy dogmático, y creo que todos somos complementarios, nos necesitamos.
Luego te puedo decir que la música ofrece placer a la gente, ayuda un poco a olvidar nuestros problemas. La música está aquí para expresar lo que no podemos decir (creo que Debussy dijo esto). Y yo concuerdo completamente con Nietzsche: sin música, la vida sería un error.
· ¿Cree que es importante conocer otros géneros de música, aquellos que distan un poco de los impartidos en los conservatorios?
Si, claro que sí. Como te mencionaba, no hay una sola verdad absoluta y existe mucha música en el mundo. Yo practico un poco de jazz y me encanta la música folklórica. La música es expresión. Como ayer, el concierto que atendimos con Michel Portal y Louis Sclavis. A Michel lo conozco muy bien, y es un 'músico clásico' (¡Louis es otro mundo!), pero expresa energía de varias maneras, ya sea en jazz, improvisación libre o música popular. De eso se trata, de expresar.
· ¿Y por qué algo tan esencial es olvidado por muchos músicos? Incluso cuando la música está bien compuesta, como es el caso de la primera Sonata de Brahms, hay muchos músicos que hacen de esta obra un momento aburrido. ¿Qué sucede?
Es como en la vida cotidiana. Hay gente 'carismática', gente con un aura, con energía... conoces a alguien hoy día y quizás sea tu novia en el futuro, ¿por qué? Esta persona te transmitió algo, y este 'transmitir de energía' no lo puedo explicar. Hay gente que la tiene y es sensible a recibirla. Pero también es el factor del momento. A veces puedes escuchar Poulenc o Vivaldi y no puedes tolerarlos, ya que no es el mejor momento para escuchar a ninguno de ellos. Eso pasa, debido a tus preocupaciones, estados de ánimo, etc. Y pasa que esta misma música la escuchas luego, en otro ánimo, y te deslumbras. Sucede, ¿y cómo explicarlo? No lo sé.
· ¿Usted cree en el talento?
Creo en el trabajo, disciplina (hace una gran pausa). Te digo algo: cuando nos dedicamos a la música de manera profesional, no hay secretos. Primero debes trabajar, y si hay talento o algo, brotará, lo vas a notar. Pero primero trabaja. Todos somos diferentes desde el principio, hay gente que puede escuchar una melodía y tocarla inmediatamente. Otros no. Lo mismo cuando bailas. Cuando quieres aprender a bailar salsa, hay gente que inmediatamente entiende el ritmo y puede seguir los pasos, y a otros les cuesta más. El talento es lo mismo, no viene igual para todos, pero va a notarse luego de arduo trabajo.
· Usted también enseña y ofrece clases maestras en distintos países. Bajo su observación, ¿Qué opinión le merece la educación impartida en los conservatorios? ¿No le parece que vivimos un bajo mucho tecnicismo?
La técnica es importante, pero no es suficiente. Para hacer música no se necesita tener una técnica sobresaliente. ¡Uno puede hacer música con tres notas! Simpleza es también importante e igualmente impactante. Cuando llega el solo de clarinete en La Traviata de Verdi, ese momento es mágico, y te puedo contar una historia con esto: mi maestro, cada vez que tocaba este solo, lloraba. Mientras tocaba las lágrimas le caían de los ojos. Y la primera vez que yo toqué este solo, la música me cautivó y me acordé de mi maestro llorando, y me puse a llorar también (se ríe a carcajadas). A veces uno escucha una obra y no puedes controlar tus emociones, qué increíble ¿no crees?
· ¡Estoy de acuerdo!
O cuando escuché la Quinta Sinfonía de Mahler, recuerdo que estaba solo escuchándola en la radio. Eso fue un mar de lágrimas, ¡qué emoción, qué hermosura! La música tiene ese poder.
· Y mi pregunta obligatoria: ¿Cómo cree que ayuda a sus alumnos a desarrollar su musicalidad?
Primero, no hay que olvidarse que el clarinete es un pedazo de madera, nada más. Lo importante es la vida que pones a través de él. Es tu voz más interna la que sale por él, tu mente, tu sensibilidad. Es como una voz. Cada uno de nosotros tiene una voz única, un timbre distintivo. Mucha gente está obsesionada con el clarinete, que el sonido, los dedos, el staccato, las indicaciones del metrónomo, "mi sonido no está muy claro"....y ¡por que no! "oscuro, sonido oscuro" eso es todo lo que escucho. Para mí una voz es clara, oscura, aguda... tiene muchos colores y es normal. Si la música me pide tocar muy pulcro, pues así lo haré; u oscuro o como el caso lo demande. Uno debe usar su voz como mejor pueda.
Yo no soy un clarinetista, trato de ser músico. Los estudiantes deben ser conscientes de esto y claro, aprender técnica también. Yo en este aspecto también tuve suerte, ya que desde temprana edad tuve la oportunidad de enseñar. Nuevamente, fue mi maestro quien me dio esta gran oportunidad, ya que cuando tenía quince años, me pedía espontáneamente que le enseñara a alguno de sus alumnos nuevos, y así aprendí a ser maestro también.